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“Sin embargo, en estos niños, esa maduración no se produce. El TDAH engloba una serie de patrones de conducta a nivel motor, con una actividad difícilmente agotable, que siempre quiere hacer más, que no reflexiona mucho lo que va a hacer, actuando por impulsos, sin respetar los turnos, sin poder pensar antes lo que va a decir o como lo dice”, abunda.
Aunque la mayoría de los síntomas están presentes en los primeros cuatro a seis años, se considera que pueden aparecer hasta los primero 12, según De la Fuente.
“Se producen normalmente como una cascada evolutiva, es decir, aparecen unos pocos síntomas que determinan el patrón de conducta, lo cual genera que cada vez sea más impulsivo, menos planificado. Esa hiperactividad provoca que esté atento a muchas cosas a la vez y por lo tanto se despiste más. Al despistarse, se aburre y quiere hacer otras cosas, levantarse, molestar al compañero… generándose una cascada conductual”, expone.
Qué hacer
Antes estos síntomas,la familia tiene que llevar al niño al pediatra para que haga una primera valoración y le derive al especialista de salud mental con el fin de completar el estudio diagnóstico.
“Desde los centros escolares también existen los equipos de orientación, que son psicólogos y ya pueden hacer una primera valoración para detectar una sospecha de dificultad de atención. Si es así, debe comunicarlo a los padres para que acudan al pediatra”, afirma la psiquiatra del Niño Jesús.
El diagnóstico debe ser clínico por un especialista experto en TDAH.
Las soluciones
EL TDAH y los fármacos
En este sentido, Poza incide en que el menor, al ir teniendo dificultades en el colegio, puede desembocar en baja autoestima, síntomas de ansiedad, de depresión, que es necesario abordar.
El pediatra de la AEP también resalta que la medicación es necesaria cuando “las pautas conductuales o psicológicas no han revertido el patrón de conducta, o cuando la conducta problema es tan intensa que no es posible trabajarla”.
La prevalencia de este trastorno está en aumento por causas que no se conocen con exactitud, según señala De la Fuente, y ahora niños con síntomas más leves, que antes hubieran pasado desapercibidos, con más o menos fracaso escolar o dificultades en sus relaciones, ahora son diagnosticados “de manera más precisa”.
“Esto permite poner tratamiento, reconducirlos y permitir que no desarrollen secuelas conductuales o emocionales. Que tengan una vida más plena y sean más conscientes de su trastorno y sus necesidades”, indica el pediatra.
Cómo funcionan
De la Fuente expone que la medicación aporta mayor disponibilidad de neurotransmisores -señales químicas con las que se comunican las neuronas-, para que los centros cerebrales que regulan la propia conducta puedan filtrar mejor la decisión de ejecutar aquellas respuestas, ante los estímulos que se reciben.
La dificultad atencional sí que suele persistir muchas veces, incluso en la adolescencia y en la etapa adulta.
“A veces sí que son pacientes que hay que medicar durante muchos más años. De todas maneras, vamos haciendo también descansos periódicos para observar que tal se encuentra en situación basal. Pero no tenemos como un patrón muy claro y no hay una manera tampoco de poder predecir durante cuánto tiempo tendrán que tomar fármacos por el TDAH”, explica la psiquiatra.
Las consecuencias de no tomar fármacos cuando son necesarios
“Sin tratamiento psicológico y o farmacológico, los pacientes con TDAH van a tener más riesgo de tener trastornos del aprendizaje, riesgo de accidentes, trastornos de conducta, ya sean oposicionista-desafiantes, en edad adulta problemas con la ley o de abuso de sustancias o juego, trastornos del estado de ánimo o ansiedad por los motivos que veíamos antes”, asevera De la Fuente.
La psiquiatra del Niño Jesús se pronuncia en el mismo sentido sobre la importancia de los fármacos y el TDAH cuando son necesarios, y sostiene que entre los principales riesgos se encuentra el fracaso escolar.
Además, muchas veces, los pacientes que tienen un perfil más hiperactivo e impulsivo, pueden tener mayor probabilidad de consumir drogas, además de tener ansiedad y depresión. A ello se puede sumar, el fracaso en las relaciones personales.
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