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Este año se cumplirán cuarenta y cinco del “Gran Viraje” chino que de paria llevó al gigante asiático a convertirse, vistos los macro indicadores, en la primera potencia del mundo a la par de Estados Unidos.
Fue en diciembre de 2008, en ocasión del décimo primer Comité Central del Partido Comunista, cuando bajo el liderazgo de Deng Xiaoping, la elite dirigente resolvió reemplazar el paradigma de la lucha de clases por el de la productividad. Se inicio así la más radical y exitosa reforma económica de los tiempos recientes.
La fracasada Revolución Cultural, de la cual un editorial del periódico oficial del PCCh afirmó «La historia ha demostrado completamente que la teoría y la práctica de la Revolución Cultural fueron completamente equivocadas. No eran ni podían ser una revolución o un progreso social en ningún sentido» y el manifiesto objetivo de conservar el poder, llevó a la dirigencia china a entender, en palabras de Jean Francoise Huchet, que «El capitalismo representaba la única alternativa posible en términos de organización del sistema económico». De aquellos días la famosa frase atribuida a Deng que otras veces hemos citado: «No importa si el gato es negro, pardo o blanco; lo importante es que atrape ratones».
Si hurgamos bien encontraremos que China representa de las mejores demostraciones de la superioridad de modelos económicos abiertos, que privilegien la inversión privada, así como la disciplina del trabajo. En estas cuatro décadas se han puesto en marcha cambios radicales en las empresas del estado, las finanzas, los impuestos, la política de precios, el comercio mientras que se ha elevado significativamente el ingreso y la calidad de vida de sus connacionales con la educación y la salud entre los sectores destacados.
No discutimos acerca de los efectos negativos que sobre Venezuela han tenido las sanciones económicas extranjeras pero aunque se mantengan es necesario virar, dejando atrás conceptos mostradamente fracasados dentro y fuera del país y disponernos de la manera más expedita a abrir la economía, captar capitales privados nacionales y extranjeros, garantizándolos a todo evento, impulsando la productividad, generando empleos de calidad y procurando aceleradamente mejorar los estándares de vida de venezolanos y venezolanas.
Tomando como símil a las “Cuatro Modernizaciones” chinas nos atrevemos a proponer para la discusión “Cuatro Modernizaciones” que sean objetivos fundamentales en el gran viraje de Venezuela: la de la industria petrolera, gasífera, petroquímica y minera; la de la agricultura; la de la educación y tecnología; la del aparato institucional.
Es cierto que no son fáciles las circunstancias, especialmente ahora con la amenaza de una confrontación global que sería suicida para la humanidad, pero un mañana mejor para todos es posible si nos disponemos todos.
Corresponde al gobierno nacional la mayor responsabilidad en el “Gran Viraje”, posible y necesario, y con tal invitamos a que con coraje se apreste a iniciar las reformas y cambios indispensables para recuperar sostenidamente la economía, garantizando la inclusión social, que estamos seguro si se explican y consensuan contarán con el apoyo de las mayorías.
Por cierto, como una buena señal, los diputados y diputadas de la Asamblea Nacional, oficialistas y opositores, deberíamos terminar de aprobar la Ley de Zonas Económicas Especiales que en China contribuyeron tanto a su transformación.
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