Toda ciudad tiene su toque personal y algunas guardan en sus barrios ese sabor distintivo que las hace únicas, por ejemplo el que vaya a visitar Londres tendrá necesariamente que hacer su parada en Notting Hill, escenario de varias películas, con sus casas victorianas, sus calles serpenteantes y su mercadillo de antigüedades .
Montpellier también tiene sus barrios peculiares, con sabores particulares, con sus propias identidades diferentes y picantes. Su carácter mixto los convierte en lugares llenos de vida.
Fuera de los caminos trillados, Montpellier abre sus afueras a los más curiosos. Uno de los lugares mas característico y que ha sido objeto en los últimos anos de renovaciones que le han dado valor sin perder su acento originario es el barrio Figuerolles donde se asienta la comunidad árabe . Destaca el mercado de la plaza Roger Salengro con sus comercios , uno de los más baratos de la ciudad, pero también uno de los más coloreados.
Aquí, en este barrio árabe se encuentran los mejores productos para el té a la menta o el tabulé.
Muchos dicen que basta con venir una vez para querer siempre visitarlo , afuera se observan las ventas de frutas y vegetales frescos , destacándose su decorado típico. En los establecimientos se encuentra una variedad de dulces árabes y todas las especies de aceitunas posibles , allí puedes encontrar una mañana de un domingo en que todo esta cerrado una exquisita paella hecha por un tunecino, o puedes variar con un sabroso pollo asado acompañado por papas. El barrio tiene otra particularidad. Aquí, todas las generaciones se mezclan.
Cuando cae el sol, aunque en estos momentos esta cerrado por la pandemia , a los noctámbulos les gusta reunirse en el bar La Pleine Lune, que propone una mezcla sabia de músicas del mundo y de exposiciones de artistas, que lo convierten en un alto lugar de emulación cultural.
Una ciudad para pasear
Para recorrer cada una de sus calles una y mil veces y sorprenderte con el arte que se respira en cada rincón, en cada plaza escondida, en cada terraza tomándote una copa de vino, en cada pastelería o tienda de barrio, cada cual más extravagante y con más encanto que la anterior.
La Place de la Comédi es el centro neurálgico donde siempre se respira vida. Da igual la hora, el día o el mes, siempre vas a poder encontrar un concierto improvisado, mercadillos de flores, jóvenes alrededor de la Fuente de las Tres Gracias o niños corriendo alrededor del Tiovivo.
El arte ocupa también un sitio importante en esta plaza. La Opera Comédi es el imponente edificio que corona la plaza y que le da nombre. Además se encuentran los cines Gaumont, en el que es uno de los edificios más fotografiados de la ciudad. Aunque uno de los mejores lugares para disfrutar del cine francés es la Salle Rabelais, antigua Salle Pathé y el primer cine que se abrió en Montpellier, en el año 1909.
Callejeando por detrás del museo se puede disfrutar de las distintas facultades o de plazas en las que, si levantas un poco la mirada, puedes ver bicicletas atravesando las paredes o edificios cuya fachada ha sido un lienzo de artistas que han recreado la vida de la calle. Y es que Montpellier es una ciudad en la que el arte cobra vida, en la que en cada rincón algún artista local ha puesto su sello.
Volviendo a la Place de la Comédi es casi inevitable callejear. Los dos mejores barrios para ello son el Sainte-Anne y Saint Roch Son estas calles las que dan vida y color a Montpellier. Están repletas de bares, terrazas siempre llenas de gente, pastelerías con crepes de chocolate recién hechos y tiendas en las que entrar y perderse a mirar cuadros, libros de segundo mano o fotografías antiguas.
En el barrio de Sainte-Anne se encuentra el Carré de Sainte-Anne, una antigua iglesia transformada en sala de exposiciones, el Conservatorio de Música y talleres de lutiers que trabajan en la fabricación de instrumentos. En el barrio de Saint Roch se encuentra la iglesia que recibe el mismo nombre que el barrio, en honor al patrón de Montpellier.
De vuelta en Comédi no se puede olvidar visitar el barrio de Antigone, una de las zonas más turística de la ciudad. Fue diseñada por el arquitecto español Ricardo Boffil en el año 1978. Tras pasear por sus plazas y fuentes se llega a Place de l’Europe, desde donde se ve el ayuntamiento de Montpellier.
Montpellier es una ciudad especial , es arte en cada esquina, es juventud, es luz, es cultura, son las risas y las canciones de los grupos de jóvenes que se juntan en la calle a cantar, es un buen vino en una terraza del barrio de Saint-Roch, es un libro en lo alto del Palace Royal du Peyru, es tranvías decorados, son calles con farolillos y banderines siempre colgados de las terrazas. Montpellier es una ciudad para vivirla con cinco sentidos.
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