En América Latina y el Caribe según cifras de la ONU se calcula que 118 millones de mujeres viven en situación de pobreza, lo que significa un retroceso de 10 años. Además, en esta región por cada 100 hombres, hay 124 mujeres viviendo en la extrema pobreza.
Las mujeres en América Latina son siendo los pilares de la familia y sus hogares, a pesar de la pobreza el papel de la mujer en el ámbito económico y político es cada vez más creciente.
En lo que corresponde a su aporte económico a la sociedad, la participación de las mujeres en el mercado laboral durante la última década ha tenido un papel importantísimo en la reducción de la pobreza en la región. Según los últimos estudios del Banco Mundial, sin su trabajo la pobreza extrema en el 2010 hubiera sido 30 % más alta.
La mujer latina cada vez más asume un rol protagónico en la economía, sin dejar de lado su naturaleza de madre. Ver mujeres con niños o sin ellos camino al trabajo en las ciudades de latinoamericanas no es nada nuevo. Por su parte, en el campo, el rol de la mujer tiene una connotación laboral cultural natural, es decir, la mujer y el hombre se complementan el uno al otro y entre ambos deben sacar adelante la familia.
En tal contexto, en el ámbito familiar la autonomía económica de la mujer y su importancia para la sostenibilidad de la familia cada vez es más aceptada. De hecho, la participación de las mujeres en el mercado laboral se ha incrementado. Especialmente en los últimos diez años, esta participación ha ayudado a reducir fuertemente el impacto de la crisis económica en muchos países de la región, dado que su aporte sostiene a los hogares donde antes el ingreso del marido era el único sustento de la casa.
En lo que se refiere a su rol de liderazgo, la naturaleza de liderazgo aguerrido y su lucha apasionada por proteger el núcleo familiar se mantiene: como madres, esposas, hijas… a pesar de los desafíos de la modernidad y el consumismo, las mujeres se mantienen como pilares de la familia, sosteniendo en muchos casos situaciones como madres solteras y además manteniendo a los padres ancianos en el propio hogar.
En el ámbito político y como generadoras de conciencia social, el papel de la mujer ha evolucionado positivamente en la institucionalidad de la mayoría de los países los cuales reconocen como prioritario el reto específico de conseguir mejoras en el ámbito de género, entendido no solamente como la protección de la mujer sino como el ejercicio de los derechos entre hombres y mujeres y entre distintos grupos sociales étnicos y regiones.
La incorporación de las mujeres indígenas al pleno ejercicio de derechos fundamentales se ha convertido en piedra angular de los desafíos de los países en la región andina asumiendo la problemática planteada por los movimientos de mujeres respecto a sus derechos de libertad cultural y sus limitaciones sociales, la exclusión en la oportunidad de participación, el no reconocimiento de la lengua materna o el no acceso al conocimiento.
Como ejemplo de lo mencionado, en Bolivia, con una amplia población indígena se cuenta con leyes y políticas abiertamente promocionadas como es la Ley de Promoción para la Mujer así como con la Ley 348 Ley Integral para Garantizar a las Mujeres una Vida Libre de Violencia aplicada al ámbito laboral. En tal sentido durante la última década se puede observar mayor participación de las mujeres en la gestión pública para la promoción y defensa de sus derechos fundamentales y reivindicaciones.
Cada vez son más los países que han sido y son liderados por mujeres en cargos empresariales, presidenciales y parlamentarios (Argentina, Chile, Brasil, etc.), siendo éste también un indicador sobre la aceptación de la sociedad en cuanto a las capacidades humanas, profesionales y de liderazgo de las mujeres, como parte de la evolución social en la región.
Además de seguir siendo los pilares de la familia y sus hogares, en América Latina el papel de la mujer en el ámbito económico y político es cada vez más creciente.
En lo que corresponde a su aporte económico a la sociedad, la participación de las mujeres en el mercado laboral durante la última década ha tenido un papel importantísimo en la reducción de la pobreza en la región. Según los últimos estudios del Banco Mundial, sin su trabajo la pobreza extrema en el 2010 hubiera sido un 30% más alta.
En tal contexto, en el ámbito familiar la autonomía económica de la mujer y su importancia para la sostenibilidad de la familia cada vez es más aceptada. De hecho, la participación de las mujeres en el mercado laboral se ha incrementado.
Especialmente en los últimos diez años, esta participación ha ayudado a reducir fuertemente el impacto de la crisis económica en muchos países de la región, dado que su aporte sostiene a los hogares donde antes el ingreso del marido era el único sustento de la casa.
En lo que se refiere a su rol de liderazgo, la naturaleza de liderazgo aguerrido y su lucha apasionada por proteger el núcleo familiar se mantiene: como madres, esposas, hijas… a pesar de los desafíos de la modernidad y el consumismo, las mujeres se mantienen como pilares de la familia, sosteniendo en muchos casos situaciones como madres solteras y además manteniendo a los padres ancianos en el propio hogar.
En el ámbito político y como generadoras de conciencia social, el papel de la mujer ha evolucionado positivamente en la institucionalidad de la mayoría de los países los cuales reconocen como prioritario el reto específico de conseguir mejoras en el ámbito de género, entendido no solamente como la protección de la mujer sino como el ejercicio de los derechos entre hombres y mujeres y entre distintos grupos sociales étnicos y regiones.
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