El papa Francisco elogió el sábado la «sabiduría» y la rica y antigua cultura de Mongolia en el primer viaje de un pontífice a este país, pero también hizo un nuevo llamada a la paz mundial y alertó sobre los riesgos generados por la destrucción del medioambiente y la corrupción.
En el primer acto público desde su llegada el viernes a la capital mongola, Ulán Bator, el Papa fue acogido con una ceremonia oficial y una guardia de honor de jinetes en la enorme plaza Sukhbaatar, bautizada en honor a un héroe revolucionario mongol.
El papa llegó el viernes a Mongolia, un país de mayoría budista situado al sur de Rusia y al norte de China, con una ínfima comunidad de católicos, en un viaje orientado a mejorar los vínculos con estas dos potencias.
Después de la ceremonia de bienvenida en la gran plaza, el pontífice se reunió en el Palacio Estatal con varios dirigentes mongoles, entre ellos el presidente.
«Quiera el cielo que, sobre la tierra, devastada por tantos conflictos, se recreen también hoy, en el respeto de las leyes internacionales, las condiciones de aquello que en un tiempo fue la paz mongola, es decir, la ausencia de conflictos», planteó el pontífice al hablar ante las autoridades políticas y sociales de Mongolia en el Palacio de Gobierno.
«Así como dice su proverbio: las nubes pasan, el cielo permanece, que así pasen las nubes oscuras de la guerra», deseó al hablar ante unos 700 invitados.
Francisco elogió a los ganaderos y agricultores del país «respetuosos con los delicados equilibrios del ecosistema» y aseguró que su tradición de vivir en armonía con la naturaleza «puede contribuir significativamente a los esfuerzos urgentes e inaplazables para proteger y preservar el planeta».
El pontífice dijo que las religiones pueden «representar una salvaguardia ante la insidiosa amenaza de la corrupción, que representa un peligro grave al desarrollo de cualquier comunidad humana, fruto de una mentalidad sin escrúpulos y utilitarista que ha empobrecido países enteros».
Antes de la llegada del papa, más de mil peregrinos de otros países y algunos curiosos se congregaron en la plaza Sukhbaatar para intentar ver al líder de la Iglesia Católica.
La visita de Francisco busca apoyar ala pequeña comunidad católica del país, que tiene apenas 1.400 fieles, entre ellos 25 sacerdotes y 33 monjas.
Durante la tarde, el papa se dirigió a los fieles desde la Catedral de los Santos Pedro y Pablo, cuya nave circular se inspira en las tiendas tradicionales de los nómadas mongoles.
Francisco afirmó que «los gobiernos (…) no tienen nada que temer de la labor de evangelización de la Iglesia porque ésta no tiene una agenda política», una declaración percibida como un mensaje para China.
El domingo, el pontífice pronunciará un discurso durante una reunión interreligiosa en la que está previsto que asista el responsable de la Iglesia ortodoxa rusa de Ulán Bator. Después oficiará una misa en un campo de hockey sobre hielo.
La visita también es una prueba para la frágil salud del papa, que continúa viajando a pesar de una operación de una hernia abdominal en junio y los agudos dolores de rodilla.
Cobertura de actualidad y avances innovadores, con un enfoque en sucesos locales, política y más.