Las madres son el comienzo de la vida, la protección, la alegría y la esperanza. Ser madre no significa solamente criar y satisfacer las necesidades de los hijos. Ellas representan el amor y el apoyo incondicionales en nuestro desarrollo como personas.
Es por ello que hoy honramos en El Periódico de Monagas de manera muy especial, a todas las madres del mundo; pero, no sé si por encontrarme lejos de mi país, o porque el tema inmigración es muy sensible, por cuanto tres de mis nietos están repartidos por el mundo; es que quise recordar a mis venezolanas madres en otras esferas, sobreponiéndose a dificultades, sobrellevando su rol de madres con su profesión e inculcando a sus hijos la cultura de donde provienen.
Hoy tengo a mis madres inmigrantes y me permito el hacer mención de mi hija, Ira Cedeño Herrera, madre de Oscar Juan Fransua Cedeño Herrera, mi nieto, quien se encuentra en Francia. Le sigue Carmen Victoria Hernández, madre de Michael, Alani, Mariangel y Hadassah. Están en Colombia. Adriana Gómez, periodista venezolana residenciada en Francia, madre de Carlota. Luego están Liz Martínez, periodista venezolana residente en la ciudad brasilera de Manaos, y la colega zuliana Yuly Badel, residente en Argentina. Completa este trabajo la diagramadora venezolana Fiorella Millano, madre de Aaron, quien vive en Chile.
La celebración del Día de la Madre varía de acuerdo a las costumbres de cada país, coincidiendo en su mayoría en el mes de mayo. Los noruegos lo celebran en febrero, en pleno invierno. Por el contrario, en Indonesia esperan hasta el 22 de diciembre para felicitar a sus madres, siendo los más tardíos.
Nosotros heredamos la celebración de España que corresponde al primer domingo de mayo coincide con la llegada de la primavera y la renovación de las flores, como símbolo femenino.
Los orígenes de esta celebración provienen de la civilización egipcia, donde la Diosa Isis, conocida como la «Gran Madre» era objeto de culto y homenaje. En la antigua Grecia era la Diosa Rea, madre de los Dioses del Olimpo, y en el Imperio Romano se rendía culto a la Diosa Cibeles, la Diosa Madre.
El catolicismo en Europa transformó esas celebraciones en honor de las diosas madres y lo trasladó a la Virgen María, madre de Jesús de Nazaret. El 8 de diciembre de 1954, el Papa Pío IX declaró que en esta fecha se celebrara el Día de la Madre, en honor a la Inmaculada Concepción. De hecho, en algunos países, como en Panamá se sigue celebrando el Día de la Madre el 8 de diciembre.
En Estados Unidos dos mujeres influyentes lucharon para que se reconociera el Día de la Madre. Fueron la poetisa y activista Julia Ward Howe y Anna Reeves Jarvis. Ésta última encabezó una activa campaña que fue extendiéndose a todo el territorio de los Estados Unidos. Y finalmente tuvo resultados. El presidente estadounidense Woodrow Wilson declaró oficialmente en 1914 que el Día de la Madre se celebraría el segundo domingo de mayo.
En España por aquél entonces el Día de la Madre se celebraba el 8 de diciembre, el día de la Inmaculada Concepción. Fue a raíz de la declaración oficial de Woodrow Wilson cuando se planteó una distinción de celebraciones: por un lado, la Inmaculada Concepción y por otro el Día de la Madre como celebración de la maternidad.
Es en el año 1965 cuando el Día de la Madre se traslada al primer domingo de mayo, tal y como lo conocemos actualmente.
Conmemorar el amor de una madre no se circunscribe a un día específico, todos los días es una ocasión especial para celebrar y compartir con nuestras madres. Hay muchas cosas que puedes hacer para celebrar el Día de la Madre, inclusive en tiempos de pandemia.
Lo primero que hizo Ira Cedeño Herrera al tener a su hijo Oscar Juan Fransua Cedeño fue trasladarse a Paris a la Embajada de Venezuela en Francia para hacer la declaratoria de su hijo como venezolano. Ella, franco-venezolana, conoce las ventajas de tener una doble nacionalidad y, aun cuando parte de su vida está en Francia, reconoce esa otra parte que forma un bagaje cultural abierto, global y con futuro. Es por ello que siempre ha hablado a su hijo en español para que el niño maneje con toda facilidad dos lenguas. Profesora de español egresada en Francia, su recorrido por Berlín, Alemania, y el hablar cuatro idiomas le dan esa proporción de un mundo sin barreras en donde nos interconectamos. La globalidad es un concepto que forma parte de ella desde el momento que dejó Venezuela. Trabaja, tiene un día complicado con esa multiplicidad de funciones que siempre ejecutan las mujeres y a su rol profesional une el de madre. La preparación de clases se une a la formación de su hijo y también un pedacito al entretenimiento y al incentivo por los deportes. Una jornada completa en donde solo el entendimiento sobre un futuro prospero hace posible el mantenimiento de miles de actividades
Carmen Victoria Hernández, de 45 anos, presidenta de la Asociación de Venezolanos en Choco, Colombia; es madre de Michael, Alanis, Mariangel y Hadassah. En la actualidad le dicen la mama de los venezolanos, pues cada uno de los venezolanos que llegan a Choco “llega con muchas necesidades y aquí nos encargamos de apoyarlos y ayudarlos, es algo que sale solo del corazón de venezolana y madre; nos constituimos en una gran familia y nos ayudamos mientras pase esta tormenta y podamos regresar a nuestro país”.
Carmen llego a Colombia primero acompañada de su pequeña niña Hadassah y traer a sus otras dos hijas Alanis y Mariangel fue casi una odise,a pero lo logró. Ahora las tiene todas reunidas en este país. Su hijo mayor, Michael, permanece en Miami, Estados Unidos
Narda Pacce decidió hace siete años mudarse de su ciudad natal; Maracay, para acompañar a su hijo Simón, ya adulto, que llevaba varios años en España. Ellos se encuentran en el Barril marítimo de Comuraga, en la provincia de Cataluña. Ellos se han planteado una vida juntos en España pero no ocultan que les gustaría regresar, pero Narda se siente feliz de este camino que ha emprendido con su hijo ya adulto.
No se arrepiente. Piensa que cualquier momento es el apropiado para este camino que los dos han escogido; ella lo secunda en todos sus planes. Viven en un pequeño lugar donde lo importante son ellos dos. Al principio le costó estar lejos de sus hermanas, porque son muy unidas, pero la presencia de Simón hacía que todo fuera más llevadero. También le afecto el frío durante el invierno, pero realmente considera que nada vale más que esperar que su hijo llegue del trabajo y tenerlo con su comida caliente. La vida con Simón es lo ideal, con él a donde haga falta iría.
Para la periodista venezolana Liz Martínez, su familia está donde estén sus hijos Albertico y Sara. No lo pensó mucho para dejar su país y aun cuando todos le decían que era una locura, la crisis en Venezuela le decía que tenía que marchar a buscarles nuevos horizontes a sus hijos
Inicialmente el destino era Argentina. Tomo el camino de Manaos, Brasil, y allí se quedó con sus pequeños. “Donde ellos estén, está mi familia”.
Su vida en Manaos ha pasado por muchos caminos, todos con sus hijos, quienes ya hablan portugués bien y se encuentran de una manera positiva inmersos en esta sociedad, hasta el punto que ya casi ni recuerdan Venezuela.
Periodista egresada de la Universidad Católica Andrés Bello, tuvo que desenvolverse primero como cocinera al llegar a Manaos, después hizo trabajos de limpieza, fue ayudante de oficina y desde diciembre fue promovida a educadora social, da clases de español y medio ambiente a niños en situación irregular y coordina un programa de atención especial para adolescentes embarazadas.
“Ha sido un camino largo pero satisfactorio y en el mismo este crecimiento, y paralelo a él han estado mis hijos que es lo importante”.
Adriana Gómez es una muchacha caraqueña que nunca pensó salir del círculo de su familia y de su Caracas natal. No obstante la enfermedad de su esposo llevó a esta egresada de la Universidad Santa María en Comunicación Social a llegar a Francia. Tenía que salvar a su esposo dializado y por eso llegaron Alejandro, ella y su pequeña hija de dos años, Carlota, a la ciudad de Montpellier.
La inscripción de Carlota en la maternal fue difícil, la niña no podía comunicarse, se hacía pipi. Esa barrera del idioma parecía insalvable. Han pasado tres años y Carlota ha logrado totalmente su incorporación a la escuela y a la cultura francesa. Ella habla perfectamente el francés; es más, sirve de interprete a sus padres. Ella forma parte de esa esperanza que tienen en quedarse en Francia, en un mundo mejor para su hija
Yuly Badell: Quiero algún día regresar a mi país con mis hijos
Yuly Badell, periodista zuliana, madre de dos niños de 13 y 3 anos, dice que cuando le pedí escribiera sobre el papel de madre en el exilio sintió mucha emoción, no siente su salida como una expulsión sino como algo transitorio. Ella tiene claro su sentido de territorialidad y la marca el hecho de ser su madre indígena guajira. Vive en los actuales momentos con su hijo y pareja en Argentina. Sigue viendo su situación como transitoria porque lo que más desea es regresar.
“Mi rol como madre lo he hecho acompañada de un largo y complejo camino como inmigrantes, desde que salí del Zulia en el Rosario de Perijá, pasando por Colombia, donde Lenny y Diego, mis hijos, pasaron días montados en un autobús hasta llegar a Ecuador, Perú, Bolivia y, finalmente, Argentina. A pesar de todo el proceso de adaptación me siento agradecida con Argentina, he vendido tortas y “chipa”, una comida hecha con almidón de yuca o mandioca con queso. Actualmente tengo un programa de radio. Quiero que mis hijos tengan ese toque de mi terruño; mis hijos gozan de buena salud y cada día aprendemos más de esta tierra
Antes de emprender su camino fuera de Venezuela, Kinski Fiorella Milano y su hijo Aarón estaban vinculados a ese deseo poderoso que ella tenía de tener un hijo para que la acompañara toda la vida, de allí que en diez años no se han separado para nada, hasta el punto que se ha formado una alianza casi de siameses. Fiorella una diagramadora deltana que vive en Santiago de Chile, está unida a su hijo como una siamesa, no se separa de él para nada.
Se fue de Venezuela hacia Colombia y de allí a Santiago de Chile. Dice que este recorrido siempre acompañada de su hijo fue un gran aprendizaje, ha sido duro y difícil, un aprendizaje en el que algunas veces ha querido tirar la toalla, pero luego se arrepiente porque considera que está haciendo un mundo mejor para su hijo; por eso trabaja incansablemente; intenta interpretar esta cultura y esta manera de ser tan diferente a la nuestra siempre pensando en esa personita con el cual está unida y con la cual comparte miles de experiencias e historias
Para Mariana: una esperanza
Cuando Mariana Gutiérrez salió con su esposo del Zulia y su pequeña Nathalia Chiquinquira Vizcaya Gutiérrez hacia España, quedaba atrás toda esa delicada situación del Zulia con apagones, sin agua y con manifestaciones; una situación que ella no quería para su hija. El futuro se veía incierto; primero llegaron a Madrid y en los actuales momentos se encuentran en un pueblito llamado Alcadaudete, en la provincia de Andalucía
Mariana una diagramadora de profesión se ofrecía a renunciar a todo; a su madre, a su padre y hermanos; pero la pequeña Nathalia bien valía cualquier sacrificio; primero hizo un curso de tapas para adaptarse a la cultura gastronómica española y la intercambio con la venezolana, tapas por empanadas. Con una personalidad abierta Mariana se adentra en una cultura distinta, no le importa hacer cualquier clase de sacrificio por su hija, y este pequeño pueblo de España le parece lo más parecido a la esperanza, a la necesidad de seguridad que ella y su familia necesitaban fuera de aquellos momentos llenos de tantos problemas y cargados de violencia en el Zulia.
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