Su voz se escuchaba débil y cansada en la apertura de la ceremonia del Domingo de Ramos y tras la lectura del Evangelio, cambió la homilía por un minuto de silencio y reflexión antes de pasar al Credo
La celebración del Domingo de Ramos en el Vaticano hizo sonar las alarmas. Tras un mes sin leer ni un discurso, el papa Francisco optó este 24 de marzo, ante una abarrotada plaza de San Pedro, por no leer la homilía que tenía preparada. Su voz se había escuchado débil y cansada en la apertura de la ceremonia que presidió y tras la lectura del Evangelio, cambió la homilía por un minuto de silencio y reflexión antes de pasar directamente al Credo.
Fue una decisión de última hora, y aunque la homilía en el Domingo de Ramos no es obligatoria, ha sido la primera vez en once años de Pontificado que Francisco no la pronuncia. Algo así no ocurría desde 2005, cuando Juan Pablo II ya estaba gravemente enfermo y no presidió la celebración de la entrada de Jesús en Jerusalén.
No es la primera vez que renuncia a hacer una intervención. A finales del pasado mes de febrero, la agenda del Santo Padre fue anulada dos jornadas distintas por «precaución» ante el resfriado que padecía. Aunque desde finales de febrero, se ha abstenido de leer la catequesis en las audiencias generales de los miércoles, que suelen tener una duración extensa, el Pontífice no ha renunciado a salir cada domingo a la ventana del Palacio Apostólico desde donde ha leído el Ángelus.
Bergoglio, de 87 años, sufrió a finales del pasado noviembre de 2023 una bronquitis que le obligó a cancelar algunos viajes y actividades previstas, como su participación en la cumbre del clima de Dubái. Estos problemas respiratorios también provocaron que hace un año tuviera que ser ingresado, poco antes de las celebraciones de Semana Santa de 2023. Pasó cuatro días en el hospital y al día siguiente del alta, presidió la celebración del Domingo de Ramos y, tras esta, todo el triduo pascual, al igual que planea hacer este año.
Tan solo unos meses después, en junio de 2023, Francisco volvió al Policlínico Gemelli de Roma para someterse a una intervención quirúrgica por una a hernia en la pared del abdomen. La operación duró tres horas y necesitó de anestesia general. Esta dolencia surgió a raíz de una anterior: en julio de 2021 el Santo Padre pasó diez días en el mismo hospital romano por un estrechamiento del intestino grueso. En este momento, el equipo del doctor Sergio Alfieri, que también le operó en 2023, le extirpó 33 centímetros de colon.
En su autobiografía, él mismo ha desvelado que nunca se ha contagiado de la covid. No obstante, su salud se ha visto deteriorada en los últimos años, sobre todo tras la pandemia. A las infecciones respiratorias y las dolencias abdominales, se le suman también las musculares. En el viaje apostólico a Malta, en abril de 2022, fue la primera vez que Francisco no pudo bajar por propio pie del avión, sino que tuvo hacerlo en ascensor. En la rueda de prensa habitual a la vuelta de esta misma visita, desveló que padecía una inflamación de rodilla que le provocaba dolor al caminar. Según informó la Santa Sede poco después, esta gonalgia aguda se debía a una rotura de ligamentos.
En mayo de 2022 tuvo lugar la primera aparición pública del Papa en silla de ruedas, debido a las recomendaciones de su equipo médico de no caminar. Desde entonces, se ha vuelto habitual verle llegar a las audiencias sobre ruedas y también en sus viajes internacionales. Con su habitual sentido del humor, ha bromeado alguna vez diciendo que antes los Papas utilizaban la «silla gestacional», pero que él prefiere la suya, «que es muy práctica».
A pesar de todo lo anterior, la agenda de Francisco para los próximos meses está repleta de citas. En abril se prevé publicar un nuevo documento de Doctrina de la Fe sobre la Dignidad Humana con motivo del 75° aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos de la ONU y también quedan pendientes los trabajos del Sínodo y la preparación del Jubileo 2025. En el panorama internacional, está previsto un viaje a Venecia el 28 de abril para visitar el pabellón de la Santa Sede en la Bienal de Arte y también el viaje a Bélgica en otoño, y en un viaje que debería durar 13 días entre finales de agosto y principios de septiembre a Singapur, Timor Oriental, Papúa Nueva Guinea e Indonesia.
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