Cientos de personas colmaron los templos católicos de la Diócesis de Maturín para participar del tradicional Miércoles de Ceniza, día con el cual se da inicio a la Cuaresma.
En la catedral Nuestra Señora del Carmen, en la ciudad de Maturín se realizaron dos eucaristías, una a las ocho de la mañana y otra a las cinco de la tarde, siendo esta última presidida por el Obispo, Monseñor Enrique Pérez Lavado.
El pastor monaguense, resaltó en su homilía que, la ceniza es un símbolo de penitencia, de la persona que sabe y se reconoce pecadora: destacó que en la antigüedad, quienes se sentían impuros se llenaban la cabeza de ceniza y desde allí parte la tradición que hasta el día de hoy se sigue realizando.
Pérez Lavado, fue enfático en manifestar que, al dar inicio a la Cuaresma, el cual es un tiempo de preparación, penitencia y arrepentimiento, es necesario tener en cuenta como católicos las bases fundamentales de este periodo como lo son: el ayuno, la oración y la abstinencia.
«Es un tiempo muy hermoso si lo sabemos aprovechar. La Cuaresma nos invita a volver y presentarnos tal cual somos ante Dios, quitarnos las mascaras que muchas veces usamos; nos invita a bajarnos del escenario de la ficción y volver a la verdad», aseguró el jerarca católico.
En cuanto a la ceniza, dejó en claro que no se trata de un ritual para ahuyentar las «malas vibras» y que mucho menos es un sacramento, sino un sacramental que recuerda a la persona su condición pecadora.
En su catequesis, Pérez Lavado, destacó que la ceniza es producto de la quema de palmas y ramos bendecidos en el Domingo de Ramos del año anterior.
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