Joel, no es su nombre de pila, lo usaremos porque se trata de un menor de 17 años, quien dejó de estudiar debido a la situación económica del país y se vio obligado a trabajar, sin embargo, lo ejecuta donde menos pensó.
El joven maturinés trabaja ayudando a descargar la basura que cientos de habitantes van a tirar en lo que se ha convertido en un vertedero en la avenida Bella Vista.
La piel la tiene curada y aunque es apenas un chamo que le queda una vida por delante, el rosto le ha empezado a envejecer en tan solo seis meses lleva en el lugar.
Vestido de short y franela en color gris, en sus pies unas cholas desgastadas y con un sombrero de fiesta, quizás, de alguien que lo consideró inservible y lo desechó como algo más de basura, sin embargo, a él le cae como anillo al dedo debido a que lo usa para protegerse del inclemente sol que hace en la ciudad y de la lluvia que últimamente ha caído sobre el suelo de la ciudad.
El muchacho aseguró además, que hace unas semanas atrás habían armado “un techito” en el lugar para estar un poco resguardados, pero los trabajadores de la municipalidad se los tumbaron con la maquina “por órdenes de arriba”.
“Aquí ayudamos a bajar la basura de los carros y la gente siempre nos da algo, también ayudamos a subirla al camión del aseo cuando viene a recoger lo que aquí dejan”, acotó el adolescente que vive en Campo Ayacucho.
Junto a Joel, estaban dos personas más haciendo lo mismo. En horas de la mañana es común ver a dos o tres niños haciendo lo mismo: Escarbando entre la basura y buscando algo que les sirva para llenar el estómago y sobrevivir.
“En Maturín aún hay quienes vivimos de la basura, cosa que muchos saben y se hacen los ciegos, ojalá tuviéramos un lugar digno donde trabajar pero la necesidad tiene cara de perro”, aseguró.
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