Durante cuarenta años José Luis Rojas, ha vendido frutas en la Avenida Raúl Leoni, es su trabajo familiar donde lo acompañan sus dos hijos, de 16 y 18 años edad, su rostro esta curtido por el sol, su edad es incierta y el calor no es su mayor preocupación, se encontró con una nueva preocupación, lo que le produce a ellos mayores ingresos en la venta de fresas, a partir de ahora está prohibido venderlas, «la orden vino no saben de quien».
El decidió quedarse, «no tengo de que vivir», lo que él y sus hijos producen de llevar sol son cinco dólares, unas cuantas sardinas, harina y pasta, «No podemos hacer nada, tenemos que medio comer y no nos iremos».
Más allá otro joven con el mismo sol reventándole la cabeza intentaba vender sus franelas de la Vinotinto, José Rodríguez, vendía sus franelas a 10 dólares, todos querían comprar la de Soteldo «la venta esta floja y el sol acaba con nuestras neuronas, pero con algo hay que buscar los reales», sentenció.
Las ventas en las calles forman parte de una tradición y cultura latina, los que recorren avenidas con ganas de salir adelante, «los venezolanos hemos aprendido a ser resilientes, nadie como nosotros».
Ernestina Herrera