Una historia bien particular contaremos en esta oportunidad, conoceremos muy de cerca a través de estas líneas la vida de Inés Cedeño, una joven monaguense de la población de Quiriquire en el municipio Punceres, que desde hace varios años decidió dedicar su vida a ayudar a los pobres, a través de la Congregación Hermanitas de los Pobres de Maiquetía.
Siendo esta la primera Congregación religiosa creada por dos venezolanos, dedicados también a esa misión de ayudar al más necesitado, ellos fueron la Venerable Madre Emilia de San José y el Presbítero, Santiago Machado, el 25 de septiembre del año 1889.
A la hermana Inés, se le ha observó caminando por el centro de la Ciudad de Maturín, con su hábito y velo blanco, ella asegura que «gran parte de mi formación y estudios religiosos los realicé en Caracas, en la zona de Montalbán que es donde tenemos la casa madre de la congregación, sentí el llamado de Dios para ayudar a los más vulnerados y marginados de Venezuela, y en la Congregación se dedica a eso siempre con la ayuda del Espíritu Santo».
Fueron varias horas las que duró la conversación con la Hermana Inés, pero al iniciar esta entrevista, no podía dejar pasar una pregunta, que a muchos les inquieta siempre cuando ven a una monja o aún sacerdote.
«Como cualquier joven quería estudiar y realizarme como profesional, tener una carrera universitaria, después de salir de bachillerato cursé algunos semestres en la Universidad de Oriente, en la carrera de Recursos Humanos, decidí salir de estudiar esta carrera y terminé cursando tres años de Derecho, aunque también quería ser Comunicadora Social, todo se me vio todo difícil ya me había decidido por la segunda. Cuando llegó una difícil situación económica en el año 2017 y es donde llegó a tomar la decisión de irme a la Congregación».
La hermana Inés afirma que siempre estuvo muy cerca de su fe por la religión católica y con el apoyo de su abuela, que asegura ser una promotora de la religiosidad y del amor a Dios, es cuando llega el proceso de discernimiento.
«Cuando hablo del proceso es que era una católica un poco ligera de ir a misa un domingo y después pasar varias semanas sin asistir. Pero al pasar de los días me iba acercando cada instante más. Y quería estar en todo, acompañar al sacerdote en cada celebración religiosa, eso me acercó más a Dios y, en un momento de la vida, comencé a sentir la lucha entre el mundo y Dios, y en realidad no sabía qué hacer. Y después de este proceso comienzo a darme cuenta de las cosas que estaba sintiendo en ese momento y de los cambios para bien que iba teniendo, Jesucristo estaba obrando en mí».
A finales del año 2018 e Inés Cedeño continuaba su lucha entre decidir que podía pasar con su vida en diversos aspectos de la vida, entre querer ser abogada o aceptar el llamado de Dios, y convertirse en una religiosa venezolana.
Ella manifiesta «A mí quien me motivó fue Jesús, porque dentro de mi proyecto no de vida no estaba concebido ser monja ni nada de eso, porque yo quería tener una vida profesional, casarme y tener hijos eso eran mis planes, pero resulta que Dios tenía otros para mi vida y se valió de muchas personas que están comprometidas con la iglesia».
Cuando llegó el 2019, comienza todo el verdadero proceso porque las inquietudes eran cada vez más grandes. «Me tocó conversar con mi párroco de ese entonces y es que decido ir a conocer la vida religiosa».
En una Semana Santa, estas hermanas religiosas de la Congregación, a la cual Inés pertenece, fueron hasta su parroquia en una visita. Es cuando ella, entre conversación con las “monjitas”, decide ir a conocer cómo es todo ese proceso.
«El acompañamiento inició vía telefónica con unas de las hermanas religiosas y luego cuatro meses después, decidí viajar a Caracas y conocer la vida religiosa porque eso está un mundo desconocido para mí, y cuando llegue que vi como era todo me termine enamorando de todas esas buenas obras e ingresé a la Congregación Hermanitas de los Pobres de Maiquetía».
No todas las hermanas religiosas, mucho menos a los Seminaristas, siempre tienen el apoyo de sus familiares, cuando toman la decisión de convertirse en Monjas o Sacerdotes. Para Inés Cedeño, todo fue distinto, afirma.
«Siempre tuve el apoyo de mis padres incluso ya ellos venían desde hace tiempo realizando labores religiosas en la iglesia, a través de la Pastoral Social y eso ayudó muchísimo a que aceptarán todo este proceso que estaba viviendo, pero a cualquier padre eso le pega y mucho, pero escuchar de ellos la palabra «cuenta con nosotros» fue un aliento y un bálsamo para mi vida. Todo ese acompañamiento me ha impulsado a seguir caminando en compañía de Jesús.
En mi familia todos sienten que esto es una bendición y porque hay un consagrado en la familia, eso quiere decir que el Señor ha puesto su mirada en mí y con generosidad y amor he podido responder a él, dice Inés
Cuando decidí tomar esta decisión de caminar al lado de Jesús y para ayudar a los más necesitados, el número de amistades se redujo, aunque eso no la desanimó, sino que, según cuenta, la enseñó a descubrir el verdadero sentido de la amistad.
«Aprendí lo que realmente es una amistad bonita y sincera, aunque realmente siento que con las amistades que cuento ahora son las que verdaderamente le han aportado algo maravilloso a mi vida. Ellos han estado desde el respeto a mi decisión hasta decirme «Inés oró por ti para que todo sea la voluntad de Dios» y ha sido una muestra de cariño grandísimo. Hay otros que han estado antes, durante, mi vida vocacional y ha sido fundamental todo eso en mi vida».
Inés Cedeño, que desde hace más de cinco años pasó a llamarse la Hermana Inés de la Congregación Hermanitas de los Pobres de Maiquetía, en Caracas.
Las Hermanas Religiosas de la Santa Iglesia Católica en todo el mundo son mujeres que se dedican no solo a seguir a Dios y sus mandamientos, sino también a cuidar de los marginados, los pobres, los sin hogar y en muchas cosas en los conflictos armados, pero cuando las necesitan siempre están ahí para el Señor y sus ovejas.
La hermana Inés, afirma que ella siempre le pide a Dios, como dice la canción Alma Misionera; «Señor llévame donde los hombres necesiten tu palabra y tus ganas de vivir, nosotros no vamos a llevar a Dios a ningún lado, Dios está siempre en todos lados, lo que nosotros debemos hacer en seguir fomentando en la gente a descubrir a Jesús en medio de ellos, fomentar la esperanza y que lo que Dios me ha regalado ante y durante de ser religiosa transmitirle a ellos, que Dios siempre está presente y nunca ausente».
Asimismo, la Congregación Hermanitas de los Pobres de Maiquetía, aunque tiene casas de atención a los pobres en otras partes del mundo, le pregunté a la hermana Inés, si deseaba ir fuera del país en una misión religiosa.
«Escoger un lugar a donde ir, eso lo dejo en manos de Dios porque veo las necesidades que hay también en Venezuela, prefiero quedarme en Venezuela pidiendo a Dios que me lleve a esos lugares donde se necesite la presencia de la iglesia, quiero ir donde la gente necesite ser escuchada y donde podamos promover la fe en muchos sitios, que como iglesia podemos hacer florecer la presencia de Dios».
Inés, con voz tranquila y serena, dice que el llamado del Espíritu Santo, quiso responder como la Virgen María.
«Dije sí, aunque cada día el señor me hace una pregunta, le respondo que sí. Siento que este llamado fue hasta aquí a las Hermanitas de los Pobres de Maiquetia que tiene su carisma particular que es atender el servicio a los más pobres y necesitados acompañarlos en su proceso de vida, en su crecimiento en la fe y me sentí identificada con el pobre y por eso sigo aquí con estas hermanas en Dios».
Como en cada profesional siempre hay una primera, y eso le tocó ser a la hermana Inés, la primera monja de su natal Quiriquire, aunque durante sus vacaciones le tocó por primera vez vestir su hábito blanco.
«Para mi gente ha sido una maravilla, siente que ha sido una bendición de Dios, pero siempre pido que no sea la única, sino que sean muchas más las vocaciones religiosas y sacerdotales. Ciertamente, está la persona que no mira bien, pero eso se lo ofrezco a Dios, pero estoy demasiado feliz cuando las personas me ven con admiración y oremos siempre porque la vida consagrada no sea una novedad».
Los cristianos católicos necesitamos fomentar y hablar de esto en medios de nuestras familias y que no sea algo extraño para las demás personas, destacó Inés.
¿Cuáles son los miedos que tiene la hermana Inés de enfrentar en Venezuela o cualquier parte del mundo?
«El mayor de los miedos que tengo es de enfrentarme a una sociedad incrédula y que desplace a Dios y que crea que él no es necesario y sería muy doloroso, debemos orar por nuestro país y el mundo entero, es necesario saber comprender y sentir que hemos sido creados por el Dios de la vida».
«El Señor hace nuevas todas las cosas», tiene que ver con la cita bíblica de Isaías 43, 19-21, una poderosa frase con la que Inés Cedeño termina de contar su historia.
Un agradecimiento especial a la Congregación de las Hermanas de los Pobres de Maiquetía
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