“Si no salgo a trabajar qué le doy de comer a mis hijos”, exclama Rosa Hugas una mujer que vende tetas en el mercado viejo de Maturín. La dama cuenta que el hambre no entiende de pandemia, “desde hace mucho rato el beneficio del Clap no llega a la comunidad, lo último que vendieron fue sardinas”.
Hugas quien es madre soltera, expresa que no puede quedarse en casa porque debe mantener a sus tres hijos. La actual situación económica que data del 2016 y ha empeorado con la llegada del virus hace un año, no ha dado tregua en su familia.
“Con lo que vendo en el mercado es que me puedo medio mantener a mis hijos, comprar lo que alcance. Desde hace mucho que no le compro carne o pollo a mis hijos porque están muy caros, ni con los bonos se puede comprar. Uno sabe la situación con la pandemia, pero si me quedo en casa nos morimos de hambre”, comenta Rosa.
Anteriormente podía resolver un poco cuando le vendían la bolsa o caja de los llamados Comité Local de Abastecimiento y Producción (CLAP), pero desde hace mucho dejó de distribuirse. Ahora sólo adquiere lo más económico, sardinas, casabe o harina de maíz de la más económica.
“Se siente una impotencia muy grande cuando tus hijos te piden comida y no tienes nada que darles, a veces solo comemos una vez al día. ¿Cómo piensa la gobernadora o el alcalde que uno no salga a trabajar, si ellos tampoco le buscan alternativas a las familias necesitadas?, no digo que nos regalen, pero que haga jornadas a precios accesibles o que en verdad funcione eso del casa por casa, porque jamás he visto eso, ni conozco de sectores donde lo hagan”, señala Rosa.
Le preocupa que la situación se agudice aún más con el anuncio que hizo el pasado domingo Nicolás Maduro de cambiar el esquema a 7+14. Considera muchas familias se verán mucho más afectadas a no poder producir, lo que acentuaría el hambre en los hogares. «El hambre no entiende de coronavirus» dijo
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