La fuente de alimentación de Jorge Luis Subero es una mata de pumalaca que está en los jardines del Hospital Manuel Núñez Tovar de Maturín, sitio a donde llegó para cuidar a su hermanita, una adolescente de 15 años de edad que quedó inmóvil al sufrir Guillian Barré.
El muchacho viajó a la capital del estado Monagas en una ambulancia junto a su mamá porque en Carúpano, donde viven, no estaban las condiciones necesarias para atender a la menor. No les quedó otra opción que el Núñez Tovar. Le ordenaron una serie de estudios para conocer si tenía alguna complicación a nivel neuronal y actualmente, la niña, está recluida en la unidad de Trauma Shock.
Subero no es solo el hermano mayor de la joven, sino que también es su cuidador y proveedor de insumos, medicamentos y alimentación, mientras que él solo ingiere el fruto que “por milagro de Dios la mata está cargadita”.
Viste su único pantalón ya desgastado por tanto uso, comienza a deshilarse y romperse en las rodillas y piernas, su camisa le queda holgada por la delgadez que ha tenido por la mala alimentación.
Jorge trepa descalzo a las ramas para tomar las pumalacas más grandes y rojitas que no estén picadas de pájaros. Las guarda en una bolsa plástica y asegura sus tres comidas y la de su mamá. Rara vez come algo sólido, solo está centrado en que su hermana mejore.
“Salimos a pedir en los autobuses para poder comprarle los medicamentos a la niña, aquí en Maturín no tenemos quien nos meta la mano. La gente te ve feo por ser pobre y vestir lo mismo todos los días”, relató el muchacho de tez trigueña y de alta estatura.
Durante el tiempo que lleva en el Hospital camina muy temprano hasta el árbol, antes de que se les adelanten y le quiten el bocado del día. “Mi mamá y yo buscamos algo de platica para que a mi hermanita no le falte la papa, nosotros aguantamos. Lo que importa es su recuperación”.
Con esperanzas de irse pronto a su ciudad natal, Subero cuenta que “con la plata que conseguimos compramos empanadas, jugos y pan para que mi hermana no deje de comer. Está recibiendo tratamiento y debe estar alimentada”.
“Al día le colocan dos ampollas de ceftriaxona y otros medicamentos que superan los 50 dólares más los pañales”, agregó.
Angustiado por la lenta recuperación de su hermana, pide ayuda a las personas de buen corazón y fundaciones del Estado para estudios especializados como resonancias magnéticas y tratamiento.
Ayuda a los demás
La calidad humana de Jorge Luis no tanto por el sacrificio humano y por la necesidad que atraviesa, brinda ayuda y cuidado a los otros pacientes en Emergencia.
En días recientes un hombre de Caripito llegó malherido y en graves condiciones, nadie lo quiso atender por el hedor, sin embargo Jorge Luis y su mamá, una mujer cristiana, se encargaron de bañar al hombre y conseguirle una cama en área de hospitalización.
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