Tras dos años de pandemia ocasionada por el SARS-CoV-2 hemos aprendido muchas cosas sobre el virus y su forma de comportarse. Sin embargo, todavía quedan muchas incógnitas por descifrar, por lo que la investigación al respecto sigue a pie de cañón alrededor del mundo.
Uno de los aspectos que aún genera incertidumbre es el denominado covid-19 persistente. Hasta la fecha, se han descrito más de 200 síntomas que se mantienen en determinadas personas y que podrían asociarse a esta enfermedad.
Según un estudio reciente, basado en una revisión de artículos publicados en los últimos dos años, estos síntomas alcanzan un 60% de los pacientes. Los más prevalentes son la fatiga y la disnea. Otros no prevalentes pero también comunes son la cefalea, la tos y la pérdida de olfato y del gusto.
Hasta el momento, la fisiopatología de covid-19 persistente no se conoce por completo. En la actualidad, hay diversas hipótesis basadas en diferentes estudios que intentan completar ese conocimiento.
Por ejemplo, encontramos la hipótesis de la “réplica viral”, la de una posible respuesta inflamatoria o, incluso, una probable respuesta inmunitaria deficitaria.
Lo que sí sabemos con más seguridad es que la causa es multifactorial y está condicionada por la respuesta propia del sujeto infectado.
El estudio multicéntrico más grande llevado a cabo España, en el que participan la Universidad Complutense de Madrid y la Universidad Rey Juan Carlos, ha analizado de forma específica las diferencias entre hombres y mujeres respecto a la presencia de síntomas durante la fase aguda y los síntomas poscovid.
Para llevar a cabo el estudio, se evaluaron aproximadamente 2.000 personas que habían estado ingresadas por esta enfermedad durante la primera ola de la pandemia, es decir, entre marzo y mayo de 2020, y que sobrevivieron a la fase grave.
Se efectuó mediante cuestionarios telefónicos meses más tarde de su alta en el hospital. De estos datos se extrajo, como veíamos anteriormente, que el 60% de los pacientes presentaban uno o varios síntomas poscovid ocho meses después de la infección.
Lo que sorprendió es que el promedio de síntomas alcanzaba un 2,25 en mujeres y un 1,5 en hombres, lo que reporta una diferencia significativa. Es decir, las conclusiones revelaron que ellas presentan mayor número de síntomas a largo plazo que ellos.
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Dentro de estos, predominan la fatiga, la disnea (dificultad para respirar o falta de aire), la pérdida de pelo y el dolor. Curiosamente, no existieron tales diferencias en los síntomas presentados durante la infección.
La lista incluía, además, otras manifestaciones físicas para las que tampoco se encontraron diferencias entre hombres y mujeres durante el covid-19 prolongado. Por ejemplo, la pérdida de olfato y gusto, las palpitaciones, la diarrea y la pérdida de memoria, entre otros.
El trabajo, publicado en Journal of Clinical Medicine, se ha realizado en cinco hospitales madrileños (Hospital Clínico San Carlos, Hospital Universitario Infanta Leonor, Hospital Universitario Fundación Alcorcón, Hospital Universitario de Fuenlabrada y Hospital Universitario Severo Ochoa).
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