Lis Martínez, periodista emprendió su camino a Brasil, una ruta llena de riesgos e incertidumbre con dos niños pequeños, Amanda de 3 años y Alberto de 5. Las razones todos las conocemos, se repiten en cada venezolano que se va y ya llevamos más de siete millones, en ella no solo era el sueldo que no le alcanzaba para cubrir las necesidades de dos niños pequeños, sino que su hija Amanda sufre de asma, sus episodios cada vez eran más fuertes, no conseguía medicinas ni caras, ni baratas, había que buscarle una solución a una pequeña que entre los brazos de su madre sufría, ¿Qué no hace una madre?, Lis lo hizo y ahora está en Manaos, Brasil.
Por su parte, Héctor Rondón, músico formado en el Sistema de Orquesta, director del grupo Coral Adagio, con un futuro en lo que él hace, educar y enseñar la música «para nadie es un secreto la situación país ha obligado a mucha gente a salir, de orden personal y laboral, algún tipo de estatus político, inicialmente lo que más me motivó era tener una mejor calidad de vida, a pesar de obtener a nivel de apoyo en la institución en la que estaba, a mi me movió el hecho de querer prosperar, de tener un mejor futuro».
Actualmente, Lis Martínez y sus dos hijos se encuentran en Manaos, Brasil ella da clases de español y desarrolla esas habilidades manuales, en sus velas muy conocidas en Maturín, como el emprendimiento de «las Velas de Lis», también tiene un emprendimiento de comida. Y es que el emigrar te obliga a tener que hacer muchas cosas y en ella ese talento de emprender la ha ayudado a mantenerse. Héctor Rondón se fue de Venezuela hasta Ecuador con un Proyecto con el Observatorio Musical de Cuencas, «que era la ciudad donde me iba, cuando llegamos o me fui con un grupo de músicos de Venezuela, la realidad era otra, terminé trabajando en otra área, haciendo las cosas que sé hacer, formando coros, fui a un colegio, entré a la Universidad Católica de Cuenca, y por cuestiones la xenofobia y la situación de Ecuador, se fue poniendo delicada en este aspecto y tomé la decisión de irme a España, estoy trabajando en el área coral y saliendo adelante».
Lis dice que por el camino se aparecieron «angelitos», su primer trabajo fue en un refugio para niños migrantes, podía llevar a los niños que era el principal problema que me impedía conseguir trabajo para Lis «los niños son de goma se adaptan con mucha facilidad», ha habido en Lis y en sus niños una serie de retos, «mis niños son venezolanos y hablan perfectamente el portugués y el español, ha sido esto bueno para ellos y para mi una gran lucha, pero satisfactoria»
-Extraño mi trabajo como periodista, ese trajín de las redacciones, yo amo ser periodista, yo fui formada para ser periodista y como madre tengo que hacer cosas que me permitan subsistir, extraño a mi papá, a una tía que quiero mucho, a El Periódico de Monagas y te extraño mucho Ernestina. Extraño al mar, quiero regresar de visita, mis hijos se sienten amazónicos, ellos han hecho su hogar aquí, desde hace tres años estoy casada con un brasilero, nos hemos adaptado, regresar para vivir ya no es posible.
-Héctor Rondón tiene 3 años en Madrid, «aquí hay un salto cultural de envergadura y cuesta adaptarse, estoy desarrollando un proyecto con músicos de El Sistema para formar un proyecto que se denomina «En voz», con el maestro caraqueño Juan Gorrín, he querido formar un coro como el de Adagio, hay muchos coristas que hemos tenido la oportunidad de compartir con otros maestros y dirijo el coro «La Coral La Montaña», un coro de adultos mayores muy interesante, porque yo nunca había trabajado con adultos mayores, yo trabaja con jóvenes y me preguntaba ¿Cómo llegar a cierta edad cantando? Ha sido un trabajo hermoso, con coros de niños en los colegios de acá, avanzando y no dejando de crear que es lo que nos mueve.
-Principalmente mi familia, mi madre y dos hermanos menores, uno en Perú y otra en España, mi entorno de trabajo, con Rapsodia le di la vuelta al mundo, a mis alumnos de Adagio, en lo más alto del coro sinfónico, esas cosas quedaron inconclusas, muchas de esas personas se fueron de Venezuela llevando lo mejor de sí a otras tierras. Añoras tu país, te puedes acostumbrar, pero como tu tierra, lo importante tener calidad de vida y seguridad es innegociable, a mi no me han regalado nada, las logré con tesón y fuera del país es lo mismo, pero esa estabilidad emocional tiene mucho más peso que esas de estar allá. Nadie vive la vida de otro, me sentía estancado en algunas situaciones. Puse todo en la balanza, hay un precio que pagar, mi mamá me lo decía esa Venezuela que tu conociste es la misma y la gente con la que compartiste ya no está.