30Abr2024

Las dos, en diferentes lugares, con objetivos distintos y personalidades, destacándose cada una en sus respectivos roles, siguen unidas a su Venezuela y solo tienen un sueño: Regresar

Por: Ernestina Herrera  |   8 Feb, 2023 - 6:49 pm

Mercedes Adrián y Carmen Victoria Hernández, son dos venezolanas, como tantas otras que han emigrado, aunque por diferentes razones que explicaron en la sección de «Historias de Inmigrantes», que se transmite todos los miércoles por Tu Preferida 104.5FM.

Mercedes Adrián, pertenece a una familia de políticos, su tío fue uno de los alcaldes más emblemáticos de Maturín, Domingo Urbina, y ella misma tuvo siempre una destacada actividad en el mundo de la política. Por su parte, Carmen Victoria Hernández, nació en Caracas de padres caraqueños, pero desde muy pequeña se vinieron a Maturín y se establecieron en el sector de Viento Colao, donde los tres constituyeron su familia, su madre costurera, era conocida por todo el barrio.

Mercedes Adrián emigró por que recibió amenazas de carácter político y su esposo para evitar males mayores y como recibió una oferta de trabajo se fue a Quito, Ecuador, donde vivieron por espacio de cuatro años, así Mercedes, su esposo Alejandro Ruiz y sus hijos, se instalaron en Quito con sus hijos, Alejandro Enrique y María Victoria. En la actualidad Mercedes se encuentra en la ciudad de Tabasco, Villahermosa, México, lugar donde fue transferido su esposo y sus hijos están estudiando en Houston, Texas. De Maturín añora todo su mamá, a su familia, sus amigos, las cachapas con queso y cochino frito «¡Todo!», exclamó.

Entretanto, Carmen Victoria Hernández, trabajaba en El Periódico de Monagas y lo que recuerdan de ella es su risa que estremecía toda la sala de redacción, la motico en la que se trasladaba y su gran sentido del humor. Se fue a Colombia, al Departamento de Chocó, región del Pacífico, donde llueve mucho y ella narra que en este territorio los grupos armados son los principales actores, está en la frontera con Panamá y parece mentira que ella haya seleccionado uno de los sectores más pobres de Colombia, porque como ella dice a «los venezolanos los trae alguien, nadie llega solo a un lugar tan lejano y tan inhóspito. Ella se fue siguiendo a su esposo, Douglas Rivero, en la ciudad se desplaza en mototaxi y esa es la profesión de su marido, se fue con la más pequeña de sus hijas, Hadassah.

Mercedes dice que desarrolló su trabajo político con pasión y entrega, ella dice que pasó por momentos de angustia cuando no le sellaban su pasaporte, «nunca me imaginé ver una ciudad organizada, limpia y segura, tuve la dicha de adaptarme al ecuatoriano, es que tenemos que tomar en consideración que debemos estar flexibles y adaptarnos a las normas y costumbres del país donde vamos a vivir».

Por su parte, Carmen Victoria al llegar a Chocó, con esa inquietud que la caracteriza, empezó rápidamente a vincularse con los venezolanos que estaban en la región y fue así como llegó hasta ACNUR, necesitaba la organización de carácter internacional a una persona que representara a los venezolanos y a los refugiados en esa zona apartada y peligrosa de Colombia, a una persona con las características de Carmen, despierta, pero sobre todo con sentido social y humano, y así surgió eso que jamás ella hubiera podido pensar, es representante de ACNUR, lo que la ha llevado a congresos en Medellín y en Bogotá, un trabajo que lE apasiona y que le vino como anillo al dedo.

Uno de los episodios más dramáticos que narra Carmen fue cuando murió su mamá, y no le quedó más remedio que traerse al resto de su familia que quedaba allí en Viento Colao, en Maturín, a su padre Jesús Hernández Guerra, de 86 años de edad y a sus hijas Alanis González, de 21 y  Mariángel, de 17 años de edad, ellos se vinieron atravesando las trochas que separan a tantos venezolanos de Colombia y quedaron atrapados en un enfrentamiento entre los delincuentes que en la frontera comercian con las personas. Dice con terror que no sabe cómo después de muchos días su padre y sus hijas llegaron a Chocó, la familia toda esta allá. Douglas participa en actividades deportivas y organiza clubes de béisbol, las muchachas están estudiando y ella está en su trabajo de Acnur, la casa de Viento Colao es cuidada por los vecinos. Está reuniendo para sacar algunos papeles y finiquitar el problema de su casa «necesito muchos pesos para eso», dice.

Para Mercedes «su mente y su alma están en la ciudad distinta que la vio crecer como profesional y esposa, y que nadie me la va a robar, estoy convencida que Venezuela se levantará de este desastre producido por este desgobierno».

Las dos, en diferentes lugares, con objetivos distintos y personalidades, destacándose cada una en sus respectivos roles, siguen unidas a su Venezuela y solo tienen un sueño: Regresar.

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