Las historias son muchas, una niña de diez años venezolana se la llevó el río, su familia siguió el proceso a través de la peligrosa selva. ¿Qué mueve a los venezolanos a correr este peligro? Muchas razones, todos buscan un futuro mejor, están cansados de una crisis interminable que no termina. Olga Ramos , una de tantas venezolanas cuyo testimonio es reflejado por las agencias de noticias, caminó durante días a través de la selva, cruzando ríos, escalando cerros y cargando a una niña en pañales a través de un fango tan profundo que parecía que se las tragaría enteras.
En el camino, se cayó varias veces, pasó a un niño discapacitado que tenía un ataque de pánico y vio el cadáver de un hombre con las manos atadas a su cuello.
Sin embargo, como decenas de miles de otros venezolanos que atraviesan esta ruta salvaje y sin caminos conocida como el Tapón del Darién, Ramos creía que llegaría a Estados Unidos, al igual que sus amigos y vecinos habían hecho semanas atrás.
De 2015 a 2018, en el peor periodo de la crisis en Venezuela, la detención de migrantes venezolanos en la frontera sur de EEUU jamás superó las 100 personas al año, según las autoridades estadounidenses.
Este año, más de 150.000 venezolanos han llegado a la frontera.
La mayoría de ellos se han animado a emprender este viaje terrible, y a veces mortal, porque se ha corrido el rumor de que Estados Unidos no tiene forma de devolver a muchos de ellos.
Pero sus travesías —a menudo mal informadas por videos de las redes sociales— producen escenas crueles en el Darién, la extensión de terreno selvático de 106 kilómetros que conecta Centro y Sudamérica, debido a crisis paralelas y agobiantes que se desarrollan al norte y al sur del continente.
Venezuela ha generado un éxodo masivo de personas que buscan alimentar a sus familias. Desde 2015, más de 6,8 millones de venezolanos han abandonado el país, según las Naciones Unidas, con destino sobre todo a otros países suramericanos.
Sin embargo, con la pandemia y una inestabilidad económica exacerbada por la guerra en Ucrania, muchas personas no han conseguido establecerse financieramente en países como Colombia y Ecuador. Así que muchos venezolanos han vuelto a ponerse en marcha, ahora hacia Estados Unidos.
Al norte, el aumento presenta un desafío político cada vez mayor para el presidente Joe Biden, que está atrapado entre los llamados para ayudar a un pueblo desesperado y la presión creciente de los republicanos para que limite el flujo de migrantes de Venezuela y otros lugares antes de las elecciones de medio término que se celebrarán en noviembre.
En meses recientes, las detenciones en la frontera sur de EE. UU. han alcanzado niveles récord y entre las nacionalidades de mayor crecimiento están los venezolanos.
Pero los venezolanos no pueden ser deportados con facilidad. Estados Unidos rompió relaciones diplomáticas con el gobierno del presidente Nicolás Maduro y cerró su embajada en 2019, luego de acusar al líder de fraude electoral. En la mayoría de los casos, los agentes estadounidenses permiten que los venezolanos que se entregan a las autoridades entren al país, donde pueden iniciar el proceso de solicitud de asilo.
Una gran cantidad de personas fueron enviadas en autobús o avión por los gobernadores republicanos a bastiones demócratas, venezolanos, entre ellos los que llegaron hace poco a Martha’s Vineyard, la isla exclusiva ubicada frente a la costa de Massachusetts.
Muchas personas empiezan el viaje cargados de pertenencias pero se ven obligados a dejarlas cuando el camino se pone más difícil.
El secretario de Seguridad Nacional de EE. UU., Alejandro Mayorkas, dijo en una entrevista que el gobierno de Biden seguía comprometido con la creación de “caminos legales” para que las personas migren a Estados Unidos “sin tener que poner sus vidas en manos de contrabandistas y proceder por terrenos traidores como el Darién”.
Pero no presentó ningún plan en particular para los venezolanos, quienes, de solicitar visas desde el exterior, seguramente tendrían que esperar durante años.
Mayorkas recalcó que Estados Unidos no está ofreciendo ningún tipo especial de refugio para los venezolanos.
No obstante, esto no ha impedido que proliferen los rumores de que el gobierno de Biden ha abierto las puertas a los migrantes venezolanos y de que una vez que lleguen les ofrecerá ayuda.
Durante décadas, el Darién era considerado tan peligroso que muy pocos se atrevían a cruzarlo. Desde 2010 y hasta 2020, el promedio anual de cruces rondaba debajo de 11.000 personas, según las autoridades panameñas. En algún momento, la mayoría de los migrantes que andaban por la zona eran cubanos. Hace poco, casi todos eran haitianos.
El año pasado, más de 130.000 personas atravesaron caminando el Darién. Este año, ya han cruzado más de 156.000 personas, la mayoría de ellos venezolanos.
Andrew Selee, presidente del Instituto de Política Migratoria en Washington, dijo que la avalancha hacia la frontera no era resultado de un cambio entre las gestiones de Trump y Biden sino que más bien responde a que hay más conciencia entre los venezolanos sobre el hecho de que las autoridades estadounidenses los dejan entrar.
El aumento en la migración coincide con una proliferación de personas que documentan sus viajes por el Darién en las redes sociales.
En TikTok, distintas variaciones de la etiqueta #selvadarien ahora tienen más de 500 millones de vistas, un aumento enorme en comparación con las cifras que se registraban hace unos meses.
La tendencia ha producido selfis y videos del Darién que los expertos aseguran que están induciendo al error a grandes cantidades de personas, que se arriesgan en una caminata que es mucho más peligrosa de lo que parece en las redes sociales.
Al pedírsele comentarios, un vocero de TikTok hizo referencia a las normas de la comunidad que prohíben el contenido que promueve las actividades delictivas. La empresa dijo que no tenía planes de deshabilitar las etiquetas o hashtags relacionados con el cruce aunque, luego de ser contactada por The New York Times, sí retiró varios videos que violaban sus normas.
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