Desde su muerte, ocurrida el 29 de junio de 1919, a José Gregorio Hernández se le ha descrito como un hombre excepcional que decidió compartir la mayor parte de su vida terrenal con los más desposeídos hasta de la gracia de Dios.
Antes de su fallecimiento a consecuencia de ser atropellado por uno de los pocos vehículos que habían en Caracas, ya el beato era considerado como un santo por quienes acudian a el en busqueda de curas para sus males.
La vida, las buenas acciones y los milagros de José Gregorio Hernández han trascendido a lo largo de los años, generación tras generación. Historias y relatos del doctor dan muestra de que fue “el médico del pueblo”, pero también el de todos.
El llamado «médico de los pobres», nació el 26 de octubre de 1864 en Isnotú, en el estado Trujillo. Luego de haber intentado en diversas ocasiones ser miembro consagrado de la iglesia católica, por su vocación religiosa, comprendió que Dios lo estaba llamando a la vida laica, así emprendió la misión de ayudar a los enfermos en su fe divina.
Estudió medicina en la ciudad de Caracas y realizó especializaciones en París, Berlín, Madrid y Nueva York. En su entregada fe, buscaba ayudar con su profesión a los más necesitados, las medicinas y consultas no tenían precio sino la satisfacción de haber servido al prójimo.
Al hacerse oficial la noticia de la aprobación como beato, el pueblo de Venezuela y Latinoamérica, se llena de júbilo y celebra este importante paso que se dirige al alcance de la santidad, una vez continúen los procesos y deliberaciones por parte de las autoridades religiosas del Vaticano en Roma.
José Gregorio, el hombre
A Hernández, le gustaba disfrutaba la vida, tocar música, leer, escribir, contemplar la belleza; era buen bailarín e iba a la retreta de la plaza Bolívar de Caracas y asistia a cuanta fiesta le invitaban.
José Gregorio era un hombre elegante. Aprendió a confeccionar sus propios trajes. Pero esta cualidad no reñía, para nada, con su dedicación a sus enfermos “Y de la misma manera trataba a los de la universidad, a los intelectuales, fue un personaje muy auténtico”, sentenció con benevolencia el escritor.
El Siervo de Dios
En el imaginario de la “religiosidad” que quienes van encaminados a la santidad son reconocidos como unos personajes “angelicales” y hasta extrañados del mundo. José Gregorio, fue el primer beato laico, quien rompió con ese paradigma por su sencillez y don de persona.
Prescindiendo de las estadísticas o datos oficiales es posible decir que el médico es uno de los personajes más queridos en la historia de Venezuela, se han levantado altares en su nombre en casi todos lados, así como también monumentos con su figura, además de templos y hospitales.
El nombre de José Gregorio Hernández fue puesto a la orden de la Iglesia católica con el calificativo del “médico de los pobres”, no obstante su don de empatía y su modo de vivir en valores hicieron que trascendiera las barreras de las clases sociales para convertirse en el “médico de todos”, cuando luego de 102 años el mundo vive otra pandemia.