Un día como hoy, el 5 de marzo de 1955, en un barrio del 23 de Enero el obrero Abraham Reyes había brindado la sala de su casa para que se celebrara en ella la primera comunión de setenta niños y niñas, fruto de la labor catequética de los universitarios.
En la homilía, el padre José María Vélaz, fundador de Fe y Alegría, habló de la necesidad de profundizar la labor formativa mediante un proceso de educación sistemática. Para ello, necesitaban construir una escuela, donde todos esos niños y niñas pudieran salir de la ignorancia. Al terminar la misa, uno de los asistentes, Abraham Reyes, se acercó al padre y le dijo: “Si usted quiere hacer una escuela, ponga las maestras que yo le regalo este local”.
Manuel Aristorena, director general de Fe y Alegría Venezuela indicó que en medio de la peor pandemia que se haya registrado en casi un siglo, el Movimiento de Educación Popular y Promoción Social Fe y Alegría repensó y renovó la forma de atención y acompañamiento a todos los maestros y auxiliares en la apasionante tarea de enseñar.
Expresó que esto se hizo mediante el uso de múltiples modalidades con salarios precarios y con escazas condiciones, a fin de garantizar la educación a miles de niños, niñas, jóvenes y adolescentes.
Recordó que desde el inicio la historia de Fe y Alegría ha sido hermosa.
“Nacimos de la pobreza, sin recursos, crecimos con la solidaridad y generosidad de los pobres, empezando por Abraham y Patricia, quienes nos dieron su propia casa para empezar a dar clases allí. Con esa acción, que siempre la hemos tenido presente, aprendimos que Fe y Alegría es una obra de generosidad. Ha habido mucha gente generosa en nuestra historia y hubo muchos tipos de generosidad y todos fueron necesarios”, aseguró.
Con las grandes donaciones que ocurrieron luego se construyeron escuelas, institutos, las fincas de las escuelas agropecuarias de Fe y Alegría, posteriormente se compraron maquinarias, equipos, dotaciones, “muchas de ellas hoy tristemente robadas”, lamentó el director general de Fe y Alegría Venezuela.
Sin embargo, para Aristorena la generosidad mayor ha sido, es y será las personas que hacen vida en Fe y Alegría “nuestros trabajadores, nuestros docentes, nuestro personal auxiliar. Al padre Vélaz le gustaba decir que ‘lo mejor de Fe y Alegría es su gente’ por eso este año nuestro lema es ‘Somos todos maestros’. Ellos no dan dinero, no dan recursos económicos, no los tienen, se dan así mismos con una generosidad al estilo de Abraham y Patricia con una dedicación y un amor sin límites, lo tienen muy claro ‘la letra con amor entra’.
Cuenta que hay algo que es muy notable, que cuando uno comienza a trabajar en Fe y Alegría entra como iría a cualquier trabajo, pronto percibe que entra a una familia con lazos de cercanía y amistad y se da cuenta de que también para él, para ella, para todos los trabajadores, es una escuela donde aprende a ser humano “a enseñar, a crear, a dar muchísimo más de lo que implica su salario, por cierto hoy día miserable, y se convence de la gran verdad del Evangelio, ‘hay más alegría en dar que en recibir’”, reflexionó Aristorena.
Afirmó que hoy es otro buen día para dar las gracias a los maestros que en 66 años se han quedado en los corazones de varias generaciones de venezolanos. “Gracias maestros, gracias personal auxiliar, ustedes son lo mejor de Fe y Alegría, estamos seguros de que muchos de sus alumnos los recordarán con cariño. Dios les bendiga siempre”, resaltó el director general de Fe y Alegría Venezuela.
A la fecha en Fe y Alegría Venezuela atienden a 123 mil 541 estudiantes en las 178 escuelas distribuidas en casi todo el país.
Además cuenta con 5 Institutos Universitarios, 23 emisoras de radio conectadas en red, 71 Centros Educativos de Capacitación Laboral y 1 Centro de Formación e Investigación. También dicen presente en 22 países de América Latina, África y Europa.
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