Cada 28 de diciembre se celebra el Día de los Inocentes o de los Santos Inocentes. Aunque tiene su origen en un hecho bíblico como fue la matanza ordenada por el Rey Herodes de los niños menores de 2 años, en su afán de evitar que Jesús de Nazaret viviera, hoy día se acostumbra a gastarse bromas y hacer caer a los amigos por inocente.
Sin embargo, en algunas regiones de Venezuela, lo recuerdan con algunas alegorías culturales, de las cuales tres son muy particulares en el país. Se trata de la celebración del llamado Baile del Mono en Monagas, la Fiesta de Los Locos de La Vela, en el estado Falcón, y el Gobierno de las Mujeres, en la parroquia Naiguatá, en el estado La Guaira.
Monagas tiene un baile tradicional de forma particular para celebrar el Día de los Santos Inocentes y la Navidad, ya que por sus caminos se extiende una danza colorida y ocurrente llamada el Baile del Mono.
Este año participarán 30 parrandas y agrupaciones culturales de la zona que bailan alrededor del Monodromo al ritmo del Mare Mare y Marisela. Esta fiesta típica evoca un rito indígena chaima y paima originario de la tribu caribe, quienes bailaban para dar gracias por las buenas cosechas de maíz y algodón.
José Rafael Huerta, conocido como Chefay, cumple 54 años vistiendo el icónico traje de la Mojiganga en esta edición de 2024 de la Fiesta de Los Locos de La Vela (municipio Colina). Cada 27 y 28 de diciembre, se enfunda su traje negro de levita, con su sombrero de copa alta y la máscara característica. Para él, cada pieza del atuendo representa la alegría y la tradición arraigada en su ser.
Compartió que el Loco Mayor “Mano Yiyo” le encomendó la responsabilidad de llevar la Mojiganga cuando apenas contaba con 14 años. Mientras sus hermanos se involucraron en comparsas y otros disfraces, la misión de representar a este personaje emblemático recayó en él por designio de Alirio Ollarves.
Entre tamboras, música y un derroche de jocosidad, la parroquia Naiguatá celebra la tradicional parranda del Gobierno de las Mujeres, una manifestación cultural que, desde hace más de 50 años, reivindica el matriarcado y enaltece el espíritu comunitario de esta región del Litoral Central venezolano.
Ana Pinto, participante y organizadora de esta tradición, destaca que la festividad se ha convertido en un símbolo de identidad para los habitantes de Naiguatá. “Es una parodia que, más allá de divertir, nos permite expresar nuestro sentir sobre temas políticos y sociales, mientras recordamos la fuerza de nuestras raíces culturales”, señaló.
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