Según la Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi), un tercio del país sufre inseguridad alimentaria. Los datos revelan que las familias dejaron de consumir alimentos tres veces por día.
Ante este escenario, la nutricionista Ingrid Candela, profesora de la Universidad Central de Venezuela y consultora, explicó en el programa Háblame Bajito que transmite Radio Fe y Alegría Noticias de dónde salen los indicadores de seguridad alimentaria y cómo se calculan.
La profesora describió que el indicador de disponibilidad de alimentos mide la cantidad de comida disponible para una población específica. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) mide el IPS para contabilizar la cantidad de calorías que consume la población por día. Se mide desde los años 90.
“Venezuela logró alcanzar un valor aceptable en 2012 y 2013, por eso recibió un reconocimiento”, esos datos eran representativos de la realidad de 2009 y 2010, aseguró la nutricionista.
“Los últimos valores publicados para el trienio 2020-2022 indican que Venezuela estaba en 17,9 %” y en 2012 estábamos por dejado de 5 %. Lo ideal es estar por debajo de 5 %, ese es el número ideal para alcanzar los objetivos de desarrollo sostenibles de Naciones Unidas.
En contexto, Venezuela no está bien en lo que se refiere al mundo y a la región. La especialista detalló que actualmente, el IPS del mundo está en 9,2 %, el de América Latina y el Caribe es de 6,7 % y 6,5 % en Suramérica.
La otra dimensión para medir la seguridad alimentaria es la disponibilidad y la posibilidad que tiene la gente para comprarlos.
Se mide si un hogar tiene o no acceso a la canasta alimentaria. En este momento, hay alimentos en los mercados, pero la mayoría de los venezolanos no tienen capacidad de compra.
Según la Encovi, la pobreza de ingreso es de 51,9 % y la pobreza total es de 82,8 %. La nutricionista considera que los datos “siguen siendo extremadamente altos”.
En las comunidades no hay acceso a un empleo formal, esto afecta los ingresos constantes de las familias vulnerables. La mayoría está viviendo de la economía informal.
Algunas personas han resuelto cambiar los productos que reciben de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) por alguna proteína, frutas o verduras.
La nutricionista Ingrid Candela alertó sobre la realidad de las zonas rurales en donde las personas no tienen acceso a los alimentos porque no pueden ir a las ciudades a comprar comida. Tampoco cuentan los ingresos para comprar alimentos.
En 2023, según datos del Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas), cerca de 1 % de la población gana lo suficiente para comprar la canasta alimentaria. El monto superó los 500 dólares en 2023.
Por otro lado, los alimentos que llegan en la caja del CLAP solo cubren una semana de alimentación, no más de un 20 % de las necesidades calóricas de un hogar.
De igual forma, la cantidad de los alimentos no se traduce en calidad alimentaria. Las poblaciones vulnerables están consumiendo pocas proteínas animales, frutas, verduras y vegetales.
Según los datos de la Encovi que explica la nutricionista, un 68 % de hogares reportan que dejaron de comer alimentos saludables, otro 66 % disminuyó variedad de alimentos, por otro lado, 46,9 % de los hogares indican que comieron menos.
El 32 % de los hogares dejó de hacer una comida al día, otro 32, % sintió hambre y no comió porque no tenía dinero y lo más grave, un 12 % reportó que duró todo un día sin comer.
La inseguridad alimentaria se expresa de diferentes maneras, sin embargo, los últimos tres datos demuestran que los venezolanos no están alimentándose según los requerimientos normales.
Un 82 % de los hogares reporta que siente miedo de quedarse sin alimentos.
Desde el año 2020, los indicadores mejoraron unos pocos puntos porcentuales, pero la realidad sigue siendo dramática.
Según los datos, dos de cada diez personas tienen el privilegio de hacer mercado en términos de cantidad y calidad. El dato demuestra el nivel desigualdad que marca a la sociedad venezolana.
Es decir, el 80 % de las personas no puede comprar alimentos en la cantidad y calidad necesaria para hablar de seguridad alimentaria.
Actualmente, el Estado autorizó a las agencias internacionales para desarrollar un plan de respuesta humanitaria que intenta disminuir los niveles de desnutrición en la infancia y el riesgo de pasar hambre en sectores vulnerables.
Los sectores rurales comen arepa y plátano, mientras que en las zonas urbanas comen pan y lo combinan con queso. La especialista alerta que, en muchos casos, las cantidades no son las adecuadas.
Uno de los retos que enfrenta el país es recuperar la producción nacional y favorecer a los productores nacionales.
Que la producción nacional pueda sustituir las importaciones de alimentos básicos.
De igual forma, es necesario garantizarle a la ciudadanía la mayor cantidad calorías disponibles para la saludable alimentación de las familias y que las personas puedan comprar los alimentos.
Fuente: Radio Fe y Alegría
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