
El Hospital Universitario Dr. Manuel Núñez Tovar (Humnt), tiene historias de todo tipo, desde aquellas dónde pacientes han llegado al borde de la muerte y han salido recuperados, hasta de fantasmas que deambulan por los pasillos a cualquier hora del día.
Durante 61 años de atención a los monaguenses, miles de hombres y mujeres han visitado por lo menos un área del recinto sanitario (por atención médica o por brindar una ayuda), sin embargo, hay una a la que todos le huyen.
Quizás la oscuridad, el papeleo, lágrimas y gritos son el factor común en la morgue del principal hospital del estado Monagas. Allí la muerte no está muerta, es el único lugar donde los cadáveres hablan a pesar de estar inertes y no poseer signos vitales.
Más allá de eso, quienes laboran diariamente en el área de anatomía patológica del mencionado centro de salud, están conscientes que el compromiso, la entrega, pasión y ética; son fundamentales para ofrecer un buen servicio.
Al frente del equipo está la Dra. Fedora Fernández, con más de trece años de servicio asegura que lo que se realiza entre esas paredes es «ciencia pura».

«Aquí recibimos los fallecidos de todo el estado, bien sea de forma violenta o por algún tipo de patología, en otras palabras, lo que conocemos como muerte natural. Cada cuerpo que es ingresado es un universo que ayuda al avance de la ciencia y la salud», manifestó.
De igual forma dejó en claro que los cuerpos a pesar de estar inertes ofrecen información de como pudo ocurrir el hecho e incluso aportan datos de interés.
José Uzcátegui tiene dos décadas trabajando en la morgue del Humnt, en sus palabras resalta que quien está en esa área es porque siente pasión y vocación.

«Hay casos que marcan, sin duda, como recibir a un familiar o a los amigos y me ha pasado; pero aun así debemos ejercer nuestro trabajo con entrega y mística.
En su caso considera que la labor desempeñada desde la sala de necropsias es un «arte bonito» porque contribuye a muchas cosas. Aseguró que los mitos y leyendas que se han tejido en relación a la morgue son falsos, «en mi caso no he sentido nada extraño, se trabaja con calma».
La experiencia aunada con la juventud ha permitido engranar el equipo en una familia de trabajo, muestra de ello es la joven Zaimar Gutiérrez, con 7 años laborando en la morgue.

A su criterio, la formación es parte fundamental para estar el área de anatomía patológica, «me preparé, hice las pasantías y quedé trabajando porque me gusta y apasiona el trabajo».
Gutiérrez hizo un llamado a las nuevas generaciones para que tomen en cuenta esta área de la salud pública como una opción al momento de estudiar, «no hay que tener miedo, esta área es una más del complejo hospitalario y es tan importante como las otras», afirmó.

Otra de las trabajadoras es Alejandra Navas, con 11 años de experiencia, actualmente es citotecnólogo, el Humnt le ha brindado la experiencia, conocer personas comprometidas con el servicio y la satisfacción personal de ser parte del equipo.
Manifestó que es un orgullo ser parte del hospital y que a pesar de las circunstancias es necesario esforzarse por hacer mejor el trabajo día tras día.
Aunque muchos le huyen a la muerte, otros trabajan de la mano con ella. La muerte algún día llegará, es el ciclo de la vida. Más allá de eso, en el Humnt, existe un equipo de hombres y mujeres que diariamente acuden al lugar al que muchos temen, desde allí, su trabajo impecable contribuye con el desarrollo de un país.
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