Un dolor indescriptible invade hoy a la familia Jaramillo Ramos en la parroquia La Cruz de Maturín, luego que dos de cuatro hermanitos murieran durante la explosión de una granada en la invasión «callejón 10 de Julio» del sector El Maco.
«Mis hijos no, mis hijos no», repetía Julimar Ramos, madre de Deivinson y Ángel Jaramillo de 7 y 5 años respectivamente, a las afueras de la morgue del Hospital Central Dr. Manuel Núñez Tovar, mientras esperaba que su esposo, Jesús Jaramillo, terminara los trámites para retirar los cuerpos de los niños en la medicatura forense.
Esta tragedia ocurre a pocos días de la celebración del Día de Las Madres, fecha que la mujer quisiera que desapareciera del calendario y que el tiempo se detenga.
Desconsolada, la mujer suplicaba que todo fuera un mal sueño y que al despertar nada fuera realidad, «quiero que todo sea un sueño y mis hijos me despierten por la mañana diciéndome: mamá, mamá».
Entre llantos, la joven madre contó que en días recientes Deivinson le había obsequiado un presente y que «cuando fuera más grande le regalaría una casa».
La mujer, atormentada por el ruido de la explosión del artefacto, relató que todos los días los niños de esa comunidad, de dos calles y de 20 ranchitos, se reunían para jugar.
«Ellos fueron a la casa de ese vecino porque su hija, una niña de 2 años, los llamaba para jugar. Ellos compartían también en mi casa y todos nos conocíamos, por eso dejábamos que fuera a jugar», dijo.
El padre de las víctimas fatales, con voz quebrantada, relató que «ellos fueron más que todo por la bicicleta que tiene la vecinita».
La tragedia pudo haber sido mayor, puesto que los cuatro hijos de la pareja estaban en el sitio del suceso, pero por fortuna dos de estos se marcharon minutos antes.
«El niño mayor agarró por un brazo y cargó al más pequeño de 2 añitos y le dijo: vente que esto está aburrido aquí, vámonos», recuerda el hombre que, al oír el estruendoso ruido salió corriendo al patio de la casa para enterarse qué había sucedido.
«En ese momento me había acostado a reposar, y el ruido me despertó. Oí los gritos de una vecina y cuando llegué uno de los vecinos venía con uno de los niños malherido», explicó.
Jesús intentó rescatar al segundo niño pero lo consiguió muy delicado, «yo venía cargado con mi muchacho, pero ya estaba muerto; el mayor le dijo a su mamá cuando lo cargó -ay mamá, ay mamá».
«No entendemos qué pasó, cómo llegó eso allí y por qué lo tenían allí. Yo no reclamé nada, solo tomé a mis hijos y lo trajimos al hospital pero ya estaban muertos», indicó Jaramillo.
Cerca de las 2:40 de la tarde de este jueves 5 de mayo, las alarmas de emergencia se encendieron en la pequeña comunidad Callejón 10 de Julio, fundada en lo que antes servía de cementerio de carros.
Los gritos de la gente porque dos niños yacían muertos en el fondo de una vivienda llenó de terror a todo el mondo.
Ocurrió que las víctimas jugaban en el fondo de un vecino, actividad que hacían de costumbre, y al parecer se acercaron a especie de hueco que estaba cubierto con hojas y ramas secas.
Se presume que se pusieron a jugar con tierra y excavando consiguieron la granada tipo «piñita» y quizá por la curiosidad halaron la espoleta, detonando el artefacto.
Jesús Jaramillo contó que el dueño de la casa se mantuvo en el sitio y no se dio a la fuga como reseñaron algunos medios de comunicación.
Al conocerse la explosión de la granada, comisiones mixtas de los cuerpos de seguridad se apersonaron al sitio del suceso para realizar las experticias técnicas y forenses.
De momento, los padres de las criaturas duraron varias horas declarando sobre lo sucedido.
Los dueños de la vivienda, Daniela Piamo (20) y Elio Álvarez (25), fueron detenidos por una comisión del Cicpc, por tener oculta la granada.
Los agentes de la Policía Científica indagan el cómo llegó ese artefacto allí y si hay otras personas involucradas, puesto que esto es un arma de guerra y no es común que un civil la porte.
Cobertura de actualidad y avances innovadores, con un enfoque en sucesos locales, política y más.