La Navidad, una fecha que por lo general es alegría, gaitas, parrandas, hallacas, pan de jamón, regalos y bebidas espirituosas, entre otras festividades, se convierte es sinónimo de tristeza y llanto tanto para los privados de libertad, así como para sus familiares: madres, padres, hijos y demás familiares y amigos de la infancia.
Son variadas las historias. Cada quien expresa lo que siente con diferentes palabras, pero con elementos comunes en todas ellas; la tristeza y la nostalgia. Mientras el privado o privada de libertad envejece entre las cuatro paredes de una fría y húmeda celda, sus hijos van creciendo bajo la sombra del olvido y la carencia del amor paternal o maternal.
Estar preso no permite el disfrute de una cena navideña en familia. La Navidad pierde la magia ante la ausencia del ser amado, mientras que los muros de una cárcel se convierten en los peores obstáculos en esta época del año.
La Navidad en prisión es una realidad que viven miles de venezolanos en cárceles y centros de detención preventiva (CDP): lo que antes era alegría se transforma en tristeza y lo que era risa se convierte en llanto. Durante la visita a varios CDP, madres, padres y esposas expresaron su sentir ante la ausencia de un ser querido en Navidad por estar privado de libertad tras los barrotes de un centro reclusivo.
“Navidad sin alma”
Entre lágrimas y palabras entrecortadas, “Paty”, dijo que su hijo, quien ya tiene tres años detenido en la Delegación Municipal Valencia del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc), era el alma de la fiesta, pero desde que él está preso, ahora pasan una “Navidad sin alma”.
“No sé cómo explicarlo, pero siento que todo ha dado un giro de 180 grados en nuestra familia. No es lo mismo compartir un baile, una cena en familia o un intercambio de regalos, que verlo solamente unos minutos”.
“Primera Navidad sin mi hija”
La atención de la madre con sus hijos nunca termina, confiesa “Raquel, quien tiene a su hija detenida en la Policía Nacional Bolivariana (PNB). Esta es la primera Navidad que no pasarán juntas.
Aunque ciertamente, por la situación económica se ha ido perdiendo la esencia de esta época, estar en prisión privada de libertad da un sabor amargo porque, aunque “somos pobres algo compartíamos, por lo menos un pan de jamón nos comíamos. Pero ahí, presa, eso me parte el alma”.
Sostiene que el Gobierno debería de tomar en cuenta esta fecha y dedicársela a los privados de libertad, porque ciertamente, aunque algunas personas sí han quebrantado la ley, otras están presas de manera injusta y merecen alguna recompensa.
Vía 800Noticias
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