Hace tres años, el covid-19 sacudió al planeta. La pandemia no ha terminado y los investigadores advierten que debemos aprender de esta crisis para enfrentarnos mejor a las próximas.
«Todavía no estamos en ese punto», advirtió a principios de diciembre la Organización mundial de la salud (OMS). Aunque al menos 90% de la población mundial presenta alguna forma de inmunidad, «las lagunas en la vigilancia, los tests, la secuenciación y la vacunación siguen creando las condiciones ideales para que surja una nueva variante preocupante que podría causar una mortalidad significativa», advirtió su director general, Tedros Adhanom Ghebreyesus.
La OMS se encarga de declarar el final de las pandemias, «un momento extremadamente importante» y polémico para el cual probablemente no esté preparada aún, reveló Philippe Sansonetti, microbiologista, durante un coloquio el miércoles en el Instituto Pasteur.
Los expertos prevén que la pandemia se transforme progresivamente en un virus endémico, que circulará y hará resurgir regularmente la enfermedad, como el sarampión o la gripe estacional.
Es muy poco probable.
La epidemia de Srag (síndrome respiratorio agud grave) que estalló mundialmente en 2003 y dejó casi 800 muertos, pudo contenerse gracias a medidas de aislamiento y cuarentena.
El virus de la viruela ya fue declarado «erradicado» en 1980 gracias a una campaña de vacunación de la OMS.
Pero este escenario es extremadamente inusual, y «el covid-19 marca todas las casillas equivocadas» para erradicar un virus, indicó Sansonetti.
Para empezar, parte de los portadores del covid son asintomáticos, dificultando el aislamiento. El virus se transmite a los animales, que podrían circularlo y reinfectar a los humanos.
Además, las vacunas protegen bien contra las formas graves de la enfermedad pero poco contra las reinfecciones, y no es de por vida, ya que se necesitan dosis de recuerdo.
Para Etienne Simon-Lorière, director de la unidad genómica evolutiva de virus ARN del Instituto Pasteur, «hoy en día dejamos circular el virus demasiado». Cada vez que alguien se infecta, pueden aparecer mutaciones susceptibles de hacerlo evolucionar a formas más o menos graves.
«Aunque nos gustaría creerlo, no hay ninguna razón para pensar que se volverá más amable», dice.
De hecho, podrían aparecer otros virus respiratorios: desde la aparición del Srag, del Mers, y del Sars-Cov2, «encontramos una decena de coronavirus en murciélagos que podrían infectar potencialmente al hombre», reveló Arnaud Fontanet, especialista de enfermedades emergentes del Instituto Pasteur.
Aproximadamente 60 %/70 % de las enfermedades emergentes son de origen zoonótico, es decir que se transmiten naturalmente de animales vertebrados al hombre y viceversa.
Los humanos intensifican sus interacciones con animales y contribuyen a perturbar el ecosistema, favoreciendo la transmisión.
Para Arnaud Fontanet, «se puede y debe hacer mucho al comienzo de una epidemia». En 2020, Dinamarca impuso muy pronto un confinamiento, gracias al cual salió más rápido, explica.
También es importante desarrollar tests precozmente, para aislar a los enfermos rápidamente. «Desgraciadamente, hoy todavía estamos en la reacción, y no en la anticipación», lamenta el investigador.
A nivel internacional, vuelve a tomar relevancia el concepto «Una sola salud», nacido a principios de los 2000, que fomenta un enfoque global de los retos sanitarios, relacionando la salud humana, la salud animal y el medioambiente.
La semana pasada se debatió en Ginebra un proyecto de acuerdo mundial sobre la gestión de pandemias, con la esperanza de evitar los errores que marcaron la lucha contra el covid-19.
Co información de AFP
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