No es exagerado decir que la diabetes es una pandemia si tomamos en cuenta que en el mundo se contabilizan 590 millones de personas que sufren esta enfermedad, se trata de una situación desde el punto de vista global y si vamos al análisis local cada vez es mayor el número de personas que atendemos en la consulta de endocrinología del Hospital Manuel Núñez Tovar», así se refirió en el programa El Periódico con los Vecinos, que se transmite por la 104.5 el médico endocrinólogo Luis Berbin, uno de los seis especialistas que existen en Monagas.
Berbin es egresado como internista de la Universidad de Oriente y la especialización corresponde a la Universidad de Los Andes, el médico en el programa habló de lo que representa esta enfermedad que se ha transformado en la sexta causa de mortalidad en el mundo, en un reto de salud pública por su impacto en la calidad y en la esperanza de vida y por el porcentaje de personas cada vez mayor a las que afecta
El médico se refirió a los tipos de diabetes, la tipo 1 que la padecen sobre todo niños y adolescentes, y la que supone todo un desafío para la medicina la diabetes tipo 2, la más frecuente de las que existen, evitarla tiene que ver fundamentalmente con seguir hábitos de vida saludables, es un reto para la salud pública por el número de personas a las que afecta, el ritmo al que crece y el impacto que tiene en la calidad y en la esperanza de vida.
La diabetes tipo 2 consiste en que el organismo no procesa bien la insulina, la hormona que facilita que la glucosa de los alimentos pase a las células y se convierta en energía. Dos factores son determinantes para evitar que esto se produzca: una dieta equilibrada, que garantiza que no se ingiere más glucosa de la que el cuerpo necesita; y actividad física regular, que hace que las células sean sensibles a la insulina, además de prevenir el sobrepeso y la obesidad, directamente relacionadas con la enfermedad.
«La gente -dice el médico- tiene que entender que padecer diabetes tipo 2 es una condición que obliga a la persona a vivir con la enfermedad, la solución parece simple, no hay más que comer bien y moverse, pero no es tan sencillo».
Señala el especialista que el Informe mundial sobre la diabetes, elaborado por la OMS con motivo del Día Mundial de la Salud en 2016, recomendaba “aplicar programas para fomentar el consumo de alimentos saludables y desalentar el consumo de alimentos malsanos, como los refrescos azucarados, y crear entornos sociales y urbanísticos que apoyen la práctica de una actividad física”.
En sociedades como la nuestra con una situación económica difícil resulta muy difícil instaurar buenos hábitos y el resultado es la creciente epidemia que padecemos. El abandono progresivo de hábitos alimentarios sanos, la prevalencia ha aumentado con mayor rapidez en los países con ingresos bajos y medianos”.
-¿Qué consecuencias tiene que el organismo de una persona enferma sea incapaz de sacar la glucosa del torrente sanguíneo?
-Los efectos son lentos e inexorables. Las microlesiones vasculares pueden ocasionar ceguera, insuficiencia renal o diversas neuropatías. Las secuelas alcanzan las células de cualquier parte del cuerpo, también las de órganos vitales como el corazón o el riñón. Por ese motivo, una persona con diabetes tipo 2 no diagnosticada o mal controlada tiene más probabilidades de sufrir a largo plazo un infarto o un ictus que un individuo sano u otro con un seguimiento periódico de la evolución.
-¿Cómo se llega al diagnóstico?
-La detección y el diagnóstico precoz es imprescindible para que la persona pueda asumir cuanto antes el reto que para ella va a suponer convivir con una enfermedad que va a acompañarle el resto de su vida. En ese desafío el autocuidado es imprescindible, el enfermo es el primer responsable de la gestión de su enfermedad. Un paciente con hábitos saludables y exámenes periódicos puede vivir prácticamente los mismos años que una persona sana y su calidad de vida ser muy similar. En cambio, un mal control multiplica las secuelas, acelera las complicaciones y produce mortalidad prematura.
Según los especialistas, la continuidad asistencial es clave también para mejorar la adherencia a los tratamientos, tanto los farmacológicos como los relacionados con hábitos de vida: ejercicio físico y dieta equilibrada, fundamentalmente. La incorporación de la telemedicina ha facilitado en los últimos años el control de la enfermedad en muchos pacientes; los que requieren un seguimiento muy exhaustivo o tienen dificultades para acceder a un centro han podido recibir asistencia sin necesidad de acudir a una visita presencial. Las aplicaciones de móvil y otras innovaciones tecnológicas también han ayudado a los enfermos en el autocuidado.
Sexta causa de muerte en el mundo
Revela el especialista que influye en esta siniestra estadística la detección tardía. Se estima que, por cada caso diagnosticado, queda otro por diagnosticar.
Un aumento de la sed y de la micción, la aparición de fatiga o de hormigueo en las manos o los pies pueden ser signos identificativos de la enfermedad y razón suficiente para acudir al médico y hacerse un análisis de sangre. Pero hay que tener en cuenta que estos signos aparecen tan gradualmente que pueden transcurrir años sin que la diabetes sea diagnosticada. De hecho, la mayor parte de los casos se detectan en personas que no presenta síntomas.
Dado que es una enfermedad silenciosa, diagnosticarla de forma precoz es la mejor herramienta para hacerle frente. En los análisis de las revisiones laborales anuales o en cualquier analítica de control normal siempre se incluye la determinación del nivel de glucosa. Como norma general, una persona sana debe hacerse un análisis de sangre cada tres años para controlar su salud, no solo por descartar la existencia o no de diabetes. El control debe ser anual si tiene familiares con la enfermedad, sufre obesidad, es sedentaria, tiene hipertensión o durante el embarazo presentó diabetes gestacional.
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