
Un reciente estudio publicado en la revista mBio detalla el desarrollo de una estrategia para aumentar la producción de vitamina K2 mediante la modificación genética de Lactococcus lactis, una bacteria utilizada comúnmente en la fermentación de productos lácteos. El avance consiste en reorganizar los genes responsables de las enzimas que intervienen en la biosíntesis de vitamina K2, también conocida como menaquinona, lo que incrementa la cantidad de compuestos intermedios producidos en la vía metabólica.
Los investigadores se enfocaron en superar la limitación natural de L. lactis, que normalmente produce únicamente una cantidad reducida de un compuesto intermedio inestable indispensable para su propia supervivencia y crecimiento, lo que dificulta la producción comercial del nutriente. Utilizando un biosensor altamente sensible —miles de veces más preciso que los instrumentos convencionales—, el equipo pudo medir con gran exactitud la presencia de estos compuestos intermedios y optimizar la ingeniería genética de la bacteria.
Además, el equipo desarrolló un modelo matemático para simular el proceso de producción, que en principio asumía un suministro ilimitado del material de partida, pero fue ajustado para reflejar las condiciones reales, evidenciando que la síntesis se detenía al agotarse el sustrato inicial.
La reorganización genética de los genes codificadores de enzimas resultó en un aumento notable de la eficiencia durante el proceso de fermentación. Este avance permitiría producir suplementos probióticos con dosis elevadas de vitamina K2 y facilitaría la fabricación de alimentos fortificados de manera más accesible y sostenible.
La vitamina K2 es esencial para la salud ósea, activando proteínas como la osteocalcina, cruciales en la formación y el mantenimiento de la estructura ósea. Además, tiene un papel central en la coagulación sanguínea, ya que contribuye a prevenir hemorragias, y ayuda a dirigir el calcio hacia los huesos, evitando su acumulación en arterias, lo que está relacionado con la reducción del riesgo de enfermedades cardiovasculares.
En cuanto a las recomendaciones nutricionales, los adultos deben consumir entre 90 y 120 microgramos (mcg) de vitamina K diariamente. La deficiencia grave de este nutriente puede provocar hematomas y dificultades en la coagulación, mientras que estudios epidemiológicos han encontrado que una dieta rica en vitamina K se asocia con una menor incidencia de fracturas, especialmente entre hombres mayores.
La investigación fue apoyada por el Cancer Prevention and Research Institute of Texas y la National Science Foundation, lo que subraya el interés en el potencial impacto de esta innovación tanto en la salud pública como en la industria biotecnológica.
Vía: colglobalnews
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