
El Día de los Muertos conmemora a los difuntos. Se ora por su descanso eterno en la paz de Dios. Esta festividad data del siglo VIII y se debe a San Odilón, abad del monasterio benedictino de Cluny quien la instituyó en 998. Sin embargo existen testimonios de piedad popular de que la fiesta tiene orígenes mucho más antiguos. En la Biblia se habla sobre la angustia que le produce la muerte a las personas.
Las visitas a los cementerios, los pétalos de flores, velas y altares minuciosamente preparados son los protagonistas del Día de los Muertos.
Una celebración de raíces indígenas y españolas
El orígen de esta celebración tiene raíces profundas en las tradiciones de los pueblos indígenas de México, sin embargo, su naturaleza actual proviene de una fusión con fiestas católicas que fueron introducidas por los europeos en el siglo XVI.
Desde la época prehispánica se creía que existía una “entidad inmortal” que da conciencia al ser humano y que, después de la muerte, continuaba su camino en el mundo de los fallecidos. El culto a la muerte era uno de los elementos básicos de la cultura.
El calendario mexica, usado antes de la llegada de los españoles, establecía fiestas a los muertos presididas por la diosa Mictlacíhuatl, reina de Mictlán o “lugar de muertos” en el mes cercano a agosto.
Los españoles, sin embargo, cambiaron estos rituales a principios de noviembre para que coincidieran con las celebraciones católicas del “Día de los Fieles Difuntos” o “Día de Todos los Santos”, designados como el momento para rezar a las almas.
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