El discurso del presidente colombiano Gustavo Petro en la Asamblea General de la ONU, realizado el 24 de septiembre, abordó temas críticos sobre «el poder de la oligarquía global» y su impacto en los países que no comparten sus mismas ideologías.
En su intervención no faltó mencionar a Venezuela, aunque no de la manera que los criollos esperaban, haciendo referencia a las elecciones presidenciales o al exilio de Edmundo González. Lo hizo para reclamar por las sanciones impuestas contra el país caribeño, reseñó El Nuevo Siglo.
El mandatario enfatizó que la situación actual es una «crisis de la vida», provocada por políticas que priorizan la guerra y el conflicto sobre el diálogo y la paz. Criticó las intervenciones militares y económicas que afectan a países como Cuba y Venezuela.
«El poder oligarquía global es la que permite que se tiren bombas a las mujeres, ancianos y niños de países como Líbano, Sudán y Gaza. O se bloquen económicamente los países rebeldes que no encajan en su dominio como Cuba y Venezuela, porque necesitan mostrar un poder de destrucción al 99 % restante de la humanidad para que los dejen dirigir el poder del mundo», indicó.
Cambiando de ideas, Petro también se refirió al cambio climático. “No se escucha la voz de las naciones y pedimos unir el esfuerzo humano en pro de la existencia. Sin embargo, quizás ya no hablamos para que nos escuchen y dialoguemos con los presidentes del poder mundial, sino para que escuchen los pueblos del mundo”, aseguró.
También expresó su descontento con los líderes mundiales actuales, afirmando: «Ya no le hablo a Biden, a Macron, o a Scholz, o a Xi Jinping, o a Putin». En lugar de dirigirse a estos líderes, el mandatario hablaba “a la población del mundo”, con un enfoque más inclusivo y humanitario.
De China, recogió la idea de un diálogo entre civilizaciones; de Europa, el concepto de un pacto social; de Estados Unidos, el amor por la democracia original; de Suramérica, su diversidad y el legado de Simón Bolívar.
Argumentó que estas «fuentes civilizatorias» son esenciales para enfrentar lo que él considera la mayor batalla por la vida en la historia humana: una Revolución Mundial. Según él, debemos unir fuerzas y construir un «ejército» que defienda la vida y promueva un cambio radical en el sistema actual. En este contexto, enfatizó que «no es la hora de los gobiernos, sino la hora de los pueblos», instando a una acción colectiva para abordar los problemas globales.
Fuente: Versión Final
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