El arzobispo anglicano Desmond Tutu, un símbolo de la lucha contra el apartheid en Sudáfrica, galardonado con el Premio Nobel de la Paz, murió este domingo a los 90 años, desatando una ola de tributos para homenajear a uno de los últimos íconos de esta generación.
«El fallecimiento del arzobispo emérito Desmond Tutu es otro capítulo de duelo para nuestra nación que despide a una generación de sudafricanos excepcionales que nos legaron un país liberado», afirmó el presidente Cyril Ramaphosa en un comunicado.
Ramaphosa expresó «en nombre de todos los sudafricanos», su «profunda tristeza tras la muerte» de esta figura esencial de la historia sudafricana, después del fallecimiento en noviembre de Frederik de Klerk, el último presidente blanco del país.
«Un hombre de extraordinaria inteligencia, integridad e invencibilidad contra las fuerzas del apartheid, también era tierno y vulnerable en su compasión por aquellos que habían sufrido la opresión, la injusticia y la violencia bajo el apartheid, y por los oprimidos y los opresores de todo el mundo», recordó Ramaphosa.
Tras la llegada de la democracia en 1994, y la elección de su amigo Nelson Mandela como presidente, Desmond Tutu, que dio a Sudáfrica el apelativo de «Nación del Arcoíris», presidió la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR), creada con la esperanza de que pasara la página del odio racial.
El primer ministro británico, Boris Johnson, expresó este domingo su «profunda tristeza» por la muerte de Tutu, de quien elogió su «liderazgo intelectual».
«Fue una figura clave en la lucha contra el apartheid y en la lucha por crear una nueva Sudáfrica. Lo recordaremos por su liderazgo espiritual y su incontenible buen humor», escribió Johnson en Twitter.
El «Arch», diminutivo de arzobispo en inglés, estaba debilitado por un cáncer de próstata diagnosticado en 1997 y ya no hablaba en público, pero nunca olvidaba saludar a las cámaras presentes en sus apariciones.
Murió apaciblemente a las 07H00 de la mañana (05H00 GMT), según varias personas de su círculo más cercano interrogados por la AFP.
Con su imborrable sonrisa o con una mirada pícara detrás de la mascarilla seguía cautivando las miradas, ya fuera cuando acudió a vacunarse con el covid-19 o cuando asistió a una ceremonia religiosa para celebrar sus 90 años.
En su antigua parroquia, la Catedral de St George, se organizó una plegaria en su memoria y delante de su casa comenzaron a congregarse personas con flores, informaron periodistas de la AFP presentes.
«Es tan triste que se haya muerto, era un hombre profundamente bueno», suspiró Diane Heard, una jubilada del barrio.
Cobertura de actualidad y avances innovadores, con un enfoque en sucesos locales, política y más.