El Papa Francisco ha comentado este domingo el evangelio de San Mateo, en el que el evangelista presenta la parábola de los dos hijos.
Desde el balcón, el Pontífice explicó que el problema no está tan ligado a la resistencia a ir a trabajar en la viña, “sino en la sinceridad o menos frente al padre y frente a uno mismo”. De hecho, “aunque ninguno de los dos hijos se porta de manera impecable, el primero miente, mientras que el segundo se equivoca, pero permanece sincero”.
Francisco asegura que “se escabulle sin conflictos, pero engaña y desilusiona a su padre, faltándole el respeto de peor forma de lo que habría hecho un franco “no”. El Papa, explica que “el problema de un hombre que se comporta así es que no es solo un pecador, sino también un corrupto, porque miente sin problemas para cubrir y camuflar su desobediencia, sin aceptar algún dialogo, o enfrentamiento honesto”.
Francisco asegura que para el pecador “hay siempre esperanza de redención”, mientras que, para el corrupto, en cambio, “es mucho más difícil”. “De hecho sus falsos “sí”, aparentemente elegantes pero hipócritas y sus ficciones convertidas en habito son como un grueso “muro de goma”, detrás del cual se resguarda de la voz de la conciencia”.
Tras presentar el evangelio del día, el santo Padre ha invitado a mirarse a si mismo y preguntarse: “¿Frente al cansancio de vivir una vida honesta y generosa, de comprometerme según la voluntad del Padre, estoy dispuesto a decir “sí” cada día, aunque cueste?”, “¿soy sincero en el enfrentarme con Dios sobre mis dificultades, mis caídas, mis fragilidades? ¿Cuándo me equivoco, estoy dispuesto a arrepentirme y a regresar sobre mis pasos? ¿O hago como si nada y vivo llevando una máscara, preocupándome solo en aparecer como bueno y correcto? En definitiva, soy un pecador, como todos, ¿o hay en mi algo de corrupto?
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