La policía de España informó que detuvo a un venezolano «con una posición destacada» de la banda «Tren de Aragua». El aprehendido pasó a disposición del Juzgado Central de Instrucción número Cuatro de la Audiencia Nacional. La Policía Nacional informó que investiga si el detenido, que se había instalado en España, intentaba implantar y expandir su estructura.
Agentes de la Policía Nacional de España detuvieron a un ciudadano venezolano que era solicitado por la Organización Internacional de Policía Criminal (Interpol). El sujeto era integrante, «con una posición destacada» en la banda delictiva «Tren de Aragua».
Las autoridades españolas confirmaron que el criminal detenido es Cheison Rover Guerrero, hermano de Héctor Rusthenford Guerrero, alias Niño Guerrero, jefe del Tren de Aragua.
De acuerdo con una nota de prensa, esta persona era buscada en Venezuela por su presunta participación en delitos de terrorismo, tráfico de seres humanos, tráfico de armas, extorsión, blanqueo de capitales y asociación para delinquir.
La Policía Nacional informó que investiga si el detenido, que se había instalado en España, intentaba implantar y expandir su estructura, «con el fin de operar a semejanza de cómo lo hace en los países de Latinoamérica».
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Según la policía española, el detenido pasó a disposición del Juzgado Central de Instrucción número Cuatro de la Audiencia Nacional, cuyo titular ha dispuesto su ingreso en prisión para su extradición.
«El ‘Tren de Aragua’ es un grupo criminal originario de Venezuela considerada la banda criminal más poderosa del país. Hasta hace unos meses tenía su centro de operaciones en el Centro Penitenciario de Aragua (Tocorón), sitio en la región centro de ese país iberoamericano», se lee en el comunicado de prensa.
Diversos factores ayudaron a que el grupo criminal se fortaleciera. Por una parte, las reformas penitenciarias que dictó en 2013 la entonces ministra de servicios penitenciarios, Iris Varela, pero que nunca fueron aplicadas en Tocorón. Así, Guerrero empezó a cobrar la «causa» o impuesto mensual que los presos debían pagar al «pranato» y cuyos ingresos permitieron la construcción de gimnasios, piscinas, parques infantiles, restaurantes, discotecas y otras obras dentro de la prisión.
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