Sufrió como todos, porque le iban contando cómo iba el match. Y al final celebró y le fueron llegando mensajes de felicitaciones, como a todos los argentinos que viven en Roma. Pero el Papa no vio la infartante final Argentina-Francia.
Como es bien sabido y como el mismo reveló hace años, en julio de 1990 le hizo una promesa a la Virgen del Carmen por la que no iba a ver más televisión. Promesa que cumplió a rajatabla también esta vez, lejos de esa imagen de la película Los dos papas de Netflix, ficción en la que se lo veía junto a Benedicto XVI viendo Argentina contra Alemania. El Papa, hincha de San Lorenzo, suele ser informado de sus resultados por guardias suizos y demás colaboradores de la residencia de Santa Marta, como seguramente sucedió con la final.
En el día de la victoria de la tercera copa Mundial para la Selección, no obstante, el Papa, que cumplió ayer 86 años, en una entrevista televisiva con el italiano Canale 5 –grabada antes del duelo Argentina-Francia– que se emitió pasadas las 20 locales, habló de la final y dejó definiciones importantes.
“A los vencedores todos los felicitan. Que lo vivan con humildad. Y al que no gana, que lo vivan con alegría porque el valor más grande no es ganar o no ganar, es jugar limpio, jugar bien”, dijo.
“Que los dos tengan el coraje de darse la mano. Cuando veo el final de un partido en el que no se dan la mano… Nosotros –estoy hablando del año ‘46– íbamos a la cancha todos los domingos también con mamá, papá, todos juntos. Y ahí la palabra más fea que se oía para el árbitro era ‘vendido’, pero después terminaba el partido y se daban la mano. Ese savoir-faire del deporte, no? El deporte te hace más noble, te hace noble también hecho con una pelota de trapo”, agregó.
“Tenemos que hacer crecer el espíritu deportivo y espero que este campeonato mundial ayude a retomar el espíritu deportivo, que te hace noble”, concluyó.
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