La ciudad de Brasilia, en el corazón de Brasil, ha amanecido envuelta en humo procedente de los fuegos en la Amazonia, al noroeste, pero sobre todo de los que arden al sur, en el Estado de São Paulo, inmerso en la peor ola de incendios que ha sufrido en los últimos 25 años.
Al menos 46 ciudades paulistas están en alerta máxima por la cercanía de las llamas. Y se ha creado una gigantesca masa de humo sobre buena parte del país que ha empeorado la calidad del aire hasta alcanzar el nivel de insalubre en la capital y en un tercio de los Estados.
Las autoridades sospechan que los fuegos, que han matado a tres personas (incluido un brigadista movilizado en tareas de extinción) en los últimos días, son intencionados. Por ahora han detenido a tres supuestos pirómanos. Más de 3.000 brigadistas y cientos de militares han sido desplegados para combatir las llamas.
Entre el viernes y el sábado se detectaron unos 2.000 focos de fuego en São Paulo, el Estado más poblado y rico de Brasil. El domingo, la ministra de Medio Ambiente y Cambio Climático, Marina Silva, llamó la atención sobre el sospechoso patrón de los incendios, que ha disparado las alarmas de las autoridades.
“Es una situación atípica. En una semana, prácticamente en dos días, vemos varios municipios ardiendo al mismo tiempo (…) No es natural bajo ninguna circunstancia que en pocos días haya tantos frentes de incendio que afecten a varios municipios”, dijo en referencia a São Paulo, pero tras destacar que también se han producido circunstancias similares en las regiones de la Amazonia y el Pantanal (el mayor humedal del mundo, ubicado en la frontera con Bolivia). Este lunes un brigadista ha muerto combatiendo los incendios forestales en Mato Grosso, en el centro oeste.
La ministra Silva lo comparó al día del fuego del primer año de Jair Bolsonaro en el poder, cuando en una acción coordinada comenzaron cientos de incendios cuyas espectaculares imágenes dieron la vuelta al mundo y causaron una grave crisis diplomática al presidente ultra.
La ministra visitó junto al presidente Luiz Inácio Lula da Silva el centro de coordinación de lucha contra los incendios, en Brasilia. Allí abundó en la tesis de la titular de medioambiente al recalcar que las autoridades “no han detectado un solo incendio causado por un rayo”.
El epicentro de esta crisis es Riberão Preto, ubicada a 300 kilómetros al norte de São Paulo. El gobernador del Estado, Tarcisio de Freitas, explicó que los fuegos obedecen a una conjunción de factores agravados por delincuentes
“Tenemos tres situaciones. Primero, la combinación de una sequía grave, baja humedad relativa, fuertes vientos, de modo que cualquier cosa hace que se desate y propague el fuego. Y luego está la acción de los delincuentes”. De Freitas recalcó que “las fuerzas de seguridad están movilizadas para impedir este tipo de acciones. Es inaceptable que se use el fuego para quemar residuos” en las circunstancias actuales. De hecho, está prohibido.
La policía Federal ha abierto decenas investigaciones para determinar el origen de esta ola de fuegos que es especialmente intensa en el interior del estado de São Paulo, pero no ha llegado a la capital, donde viven unos 12 millones de vecinos.
Los problemas respiratorios se han disparado y las autoridades sanitarias han reforzado la atención médica. Algunos municipios paulistanos han suspendido las clases y otros solo las actividades extraescolares. Los incendios causaron dos muertos el pasado viernes en la ciudad de Urupes, eran dos operarios de una planta industrial que intentaban combatir las llamas, 60 de sus compañeros resultaron heridos. Y otro de los focos causó pánico a las 500 personas que se reunían en una fiesta de música electrónica en una finca y obligó a suspenderla.
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