El pasado siete de abril una noticia se esparció como la pólvora: un niño de doce años de la población de Caicara, municipio Cedeño del estado Monagas, murió, según el resultado de la autopsia, por ingerir comida descompuesta, que recolectó de un basurero cercano a su residencia.
A más de una semana del hecho, aún en el sector Las Delicias, se percibe tristeza y resignación a pesar que sus seis hermanitos, en medio de la inocencia juegan al futbol frente a su casa en una carretera de tierra.
El señor Rudy José Arzolar Olivero, padre el infante fallecido, es un hombre de pocas palabras, dedicado al trabajo del campo. Desde hace más de un año quedó al cuido de los pequeños debido a que su esposa falleció por problemas de vesícula.
En la fecha señalada, Arzolar, salió acompañado por sus hijos mayores, uno de ellos era Manuel; a su terreno situado en las inmediaciones de un basurero en la vía a San Félix de Caicara, justo al lado del cementerio nuevo, y del cual también extraen desechos como plástico, vidrio y metal que posteriormente es vendido para obtener algo de ingreso.
Mientras realizaba sus labores de preparar la tierra para la próxima siembra de frijol, el pequeño, hurgando entre los escombros ingirió comida y al cabo de unos minutos fue encontrado por su hermano bajo la sombra de uno de los pocos árboles, ya con síntomas de malestar, por lo que fue llevado de inmediato al hospital de la población.
Allí, su hermana solicitaba le hicieran un lavado estomacal para que vomitara, sin embargo, el procedimiento no se realizó, “quizás si me hubiesen hecho caso hoy fuese otra la historia y tendríamos a mi hermano vivo”, dijo Ana García en medio del llanto.
El menor fue remitido al Hospital Universitario Dr. Manuel Núñez Tovar (Humnt), y tras presentar varias convulsiones, falleció. Los parientes directos destacan que no todo está claro, la autopsia no revela qué tipo de alimento fue el que consumió el muchacho y si poseía algún químico o veneno.
El equipo reporteril de El Periódico de Monagas, visitó el basurero donde el pequeño se intoxicó, su padre se negó a acudir, “no tengo las fuerzas para ir en estos momentos”, en su representación asistió Ana, la hermana mayor del niño fallecido.
Al llegar, fue inevitable que sus ojos se inundaran de lágrimas al relatar lo ocurrido. El humo emanado de la quema de basura, impregna el lugar de un aura de misterio a pesar que el radiante sol no da tregua.
El árbol del cual el pequeño Manuel Arzolar se recostó para calmar el dolor, sigue de pie, frondoso, desafiando al sol y siendo desde ese momento el recordatorio que se deben aplicar políticas gubernamentales que aseguren una infancia feliz y libre de hambre. Hoy el niño descansa al lado de su madre, apenas unos centímetros separan las sepulturas.
Familiares mantienen la esperanza de una mejor vida, no sólo para ellos, sino para el resto de la comunidad que según lo dicho por el alcalde Daniel Monteverde, representa un sector vulnerable.
Los moradores, lamentan que tuvo que ocurrir este deceso para que se reactivara una casa de alimentación, que al parecer tenía tres años sin recibir insumos para la preparación de alimentos.
Fue la fundación “Cuidarte”, quien dio a conocer esta realizad y con ella se viralizó la situación de la comunidad, por lo que personas e instituciones se han abocado a tender la mano.
A pesar de ello, la necesidad sigue presente, el Sr. Rudy, no ha recibido una oferta de trabajo, los pequeños ameritan ropa y alimentos, “desde la alcaldía nos apoyaron con lo referente al servicio funerario y nos hicieron llegar una bolsa de comida”, aseguran.
Asimismo, el núcleo familiar aprovechó para agradecer a todas las personas que sin conocerle le han brindado el apoyo “cuando más lo hemos necesitado”.
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