Pacientes de la Unidad de Diálisis del Hospital Central de Maturín denunciaron este lunes que tres máquinas se dañaron y que además están teniendo reacciones adversas al ser atendidos en cada sesión con agua sin tratamiento.
Explicaron que la bomba de la planta de tratamiento se dañó el pasado lunes y no están procesando el preciado líquido, por lo que se ven obligados a continuar la sesión con el agua que proviene de la tubería de la calle.
La paciente Raquel Rengel, detalló que antes de ingresar a la sala de nefrología deben administrarle una ampolla de Irtopan para prevenir el vómito, «porque todo el que sale de la sesión, donde se usó el agua sin ser tratada, al rato presenta vómitos».
Agregó que la reparación de la bomba, específicamente el embobinado, tiene un costo de 850 dólares y no cuentan con los recursos necesarios para disponer cada paciente, de cierta suma de dinero para la reparación del equipo. Aseguró que no han recibido apoyo de los entes gubernamentales para la solución de la problemática.
La señora Juliana Cedeño, vive en Caripito, ella es paciente de diálisis desde hace más de 10 años y tres veces a la semana debe viajar hasta Maturín para poder cumplir con su tratamiento, situación se ha ido complicando por no contar con el transporte de retorno y queda a la buena de Dios el retornar a su casa.
En ocasiones la mujer debe ir con uno de sus hijos, quien conduce su silla de ruedas, hasta la avenida Juncal para esperar una cola hasta la alcabala de El Costo y de allí, que alguien se apiade para llevarla a Caripito.
“El chofer del vehículo no regresa por nosotros en las tardes y debemos pasar calamidades para retornar a casa. Vengo tres veces al día, llegó a las 5 de la mañana para poder entrar en el turno de diálisis de las 2:00 pm”, relató la mujer.
Agregó que, junto a ella, otros pacientes más, como el señor Carlos Brazón, deben pedir a Dios para conseguir una cola para llegar a casa.
Dijo además que en total son como 7 pacientes de diálisis los afectados por esta situación, incluyendo los de Punceres, por ser de la misma ruta.
Las pacientes coinciden que el tratamiento no está llegando completo al Seguro Social y solo se tratan con lo poco que reciben, sino deben esperar por algún familiar que esté fuera del país o algún alma caritativa que les brinde una ayuda.
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