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El sacerdote Manuel Gerónimo Sifontes, coordinador de Pro Vida, responsable de Cárita y párroco de la parroquia Las Cocuizas, dice que «hay un complot internacional que está induciendo a que, bajo la consigna de que hay demasiada población y que cada persona puede hacer con su cuerpo lo que le da la gana, se aupa el aborto cuando un feto a las 12 semanas, o sea a los tres meses, ya es una vida y la madre no puede ser por sí sola la que tiene el derecho a decidir si esa vida puede ser interrumpida o no».
En lo que han llamado el Mes por la Vida, el sacerdote hace señalamientos bien delicados si se toma en cuenta que en su opinión, estamos ante una sociedad enferma en la que continuamente casi vemos de manera normal que una madre golpee a su hijo, que tenga relaciones sexuales, «cada vez es más determinante la violencia contra los niños de todo tipo, ese uso macabro de mafias de carácter internacional ha provocado que existan niños deprimidos, que el suicidio en los niños haya aumentado de manera considerable, que la relación sexual en menores cada vez sea más frecuente, no solo con los agravantes de embarazo precoz sino de todo lo que conlleva tal circunstancia, enfermedades de transmisión sexual, sífilis y gonorrea en niños, todo esto está sucediendo en el mundo y lo encontramos también aquí en nuestra ciudad en Maturín y creemos que con hacernos los locos tenemos, pero desde Pro Vida no nos queda más remedio que denunciarlo».
El Padre dice que la cosa va más allá de la simple familia disfuncional, se trata de sistemas culturales, de vida que desproporcionan totalmente la vida del ser humano y que con el uso masivo de los medios, incluso a través de los dibujos animados de los niños se juega con unos despropósitos de valores mediante los cuales se pierde totalmente el valor por la vida y eso es muy grave. Cita como ejemplo, sociedades aparentemente desarrolladas que iniciaron toda una estrategia con el fin, entre comilla, de salvar a la sociedad mundial de fenómenos destinados a crear controles natales para disminuir el índice poblacional trayendo como consecuencia que Europa se transforme en un continente de viejos y nosotros los latinos terminamos siendo unos conejitos de india de tipo experimental para ver qué es lo que sale de nosotros.
Dice que el aborto es una barbaridad y nunca habrá leyes o legislaciones que puedan justificarlo, eso tiene que ser reconocido de otra manera y otra cosa con la cual advierte el Padre Gerónimo, es en la necesidad de aceptar no ya la división normal de creación entre el hombre y la mujer, sino el reconocimiento de más de 120 géneros distintos, todos legales, donde ya van más allá de los casos de artistas en donde dos hombres tienen hijos, sino que además de madres que lleguen hasta el extremo de producir, amparados por la comunidad científica, por psicólogos y médicos, le inyectan a sus hijos esteroides y hormonas para que se integran a otros sexos, alterando su propia naturaleza.
Sobre la pregunta de si estas cosas se veían, sobre todo en clases con mayor poder adquisitivo, admitió que es verdad, pero que estas situaciones indudablemente tienen que ser atacadas fuertemente porque las mismas, bajo ningún concepto pueden ser reconocidas y en cuanto al aborto indicó que hay mafias internacionales que se apropian de estos fetos para producir productos de belleza, en fin, «vivimos un mundo donde se requiere la espiritualidad como fórmula para el desmontaje de estas prácticas y este deseo de dar paso a una sociedad cada vez más apartada y lejana del deber ser, y de la protección y el respeto que todos merecemos a la vida».
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