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Las ciudades modernas son aquellas donde existe humanización de todas sus áreas verdes, las grandes urbes de Europa como Madrid y algunos casos emblemáticos como Medellín que revirtió aquel eslogan de «la ciudad de los sicarios» con la ocupación significativa de sus espacios con actividad permanente de grupos culturales y de emprendedores en sus plazas y jardines son un ejemplo significativo de esta teoría. Maturín luce una nueva cara desde el año pasado y fuera de la connotación política que a este hecho quieran darle hay que reconocer que en el Paseo José Gregorio Hernández, frente a la Catedral de la capital monaguense, se observa a partir de las 4 de la tarde las familias reunidas con sus hijos de diferentes edades, a los jóvenes conversando y se nota una cara distinta de la Sultana de El Guarapiche a esto se une la belleza del túnel vegetal y la majestuosidad de la Catedral de Maturín.
En el lugar existe un grupo de emprendedores que no pasan de seis quienes se aventuran a vender sus productos y a buscar una segunda opción para su sustento, se trata de vendedores de cotufas, de barquillas y de golosinas de todo tipo sus peticiones tienen que ser escuchadas por quienes tienen la potestad de administrar estos espacios en función de la nueva identidad que le quieren dar a la ciudad de Maturín, la Gobernación y la Alcaldía de Maturín.
La seguridad está garantizada que es lo importante; dos patrullas de Polimonagas apostadas en el lugar garantizan la seguridad a los visitantes, hay dos cosas que son importantes tanto para los vendedores como para quienes van por las tardes a usar el lugar como esparcimiento: la colocación de papeleras en el sitio y de baños portátiles, pues argumentan que la gente y ellos mismos que están desde las 4 de la tarde hasta las 11 de la noche no les queda más remedio que orinar en los alrededores de la Catedral y eso por supuesto no resulta recomendable.
Una forma de llevar «platica» para la casa
Lauris Sánchez, es docente activa, ella y su esposo llegan a las 4 de la tarde a vender cotufas en el lugar, indican que el salario de ella como profesora y el de su esposo como funcionario público a duras penas llega a los 10 dólares, esta representa una forma de llevar a su casa otro dinero más y hasta el momento sacan su cantidad suficiente que garantiza el esfuerzo de tener una actividad adicional, expresan que les gustaría mayor organización, una persona que pueda ser de enlace tanto de la Gobernación o de la Alcaldía para que se preocupe de sus planteamientos, consideran que este sitio con mayor organización podría convertirse en un lugar donde de manera organizada se puedan ubicar otros emprendedores.
No es mucho, pero se resuelve
Julio César Rodríguez, oriundo de San Cristóbal, estado Táchira tiene 15 años en Maturín, es el único vendedor de Barquilla de la zona y dice que esta allí desde los primeros días de diciembre, alega «lo que producimos aquí nos da para llevar el sustento de nuestras familias, los vendedores se colocan de manera caprichosa sin ningún tipo de orden, alguien debería normalizar esta ubicación un representante de la Gobernación o de la Alcaldía, nosotros le damos vida a este lugar, creemos que existe una gran posibilidad para otros emprendedores pero falta el apoyo de los organismos del estado.
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