Los nueve meses de gestación y el control clínico transcurrieron de forma normal, no había ningún indicio que diera a pensar que algo raro pudiera ocurrir.
Hace ocho años atrás, Maximiliano David Vallenilla Salinas, vio por primera vez la luz del mundo, pero no todo fue como se tenía pensado. El pequeño nació sin sus extremidades inferiores y con carencia de algunos de los dedos de las manos.
Tras su primer llanto recibió el beso más sincero, el de su madre, quien entre lágrimas lo abrazó con fuerza sabiendo desde ese momento que “Maxi” se convertiría en una bendición para todos y que traería un propósito de vida.
Tras ser evaluado por diferentes especialistas en Maturín (su ciudad natal) como en la capital de Venezuela, le fue diagnosticada Hipoplasia Preaxial de miembros inferiores.
La HPMI, es un síndrome que describe la asociación de diferentes deformidades congénitas de miembro inferior por acortamiento ante deficiencia de su formación.
Y es que a pesar del diagnóstico la vida del pequeño no ha sido diferente, su familia se ha encargado de hacerlo sentir integrado en todas las áreas de la sociedad. A su corta edad, es un niño “pila” como se dice a lo criollo, lleno de carisma y de una alegría que contagia.
“Yo soy un niño normal como cualquiera que va a la escuela, estudia, juega fútbol, y tiene sus amiguitos”, aseguró el chiquitín que actualmente estudia la U.E. Deyanira Blhom De Cancino en La Cruz.
El 22 de mayo 2023 ingresó a quirófano para someterse a una cirugía de amputación bilateral de extremidades, la opción más factible para poder caminar y desplazarse con mayor facilidad.
Aunque a Maxi le faltan sus piernitas (por ahora), le sobra lo que quizás a muchos les falta: Voluntad. La carencia de sus extremidades no ha sido impedimento para que él haga cosas que le permitan momentos de felicidad, tanto así que ha ganado competencias de carreras de sacos.
Quizás para muchos resulte llamativo verlo andar en una patineta impulsándose con sus manitos, pero más llamativo es que no se le vea como un niño “raro”, que no se le desprecie por su condición y que no se le mire con lástima.
Maximiliano sueña con ser profesor de Matemáticas y entre sus anhelos también está liderar una organización que ayude a niños, que como él necesitan de prótesis.
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