Bajo el sol radiante se despiertan cada mañana varios jovencitos, y no precisamente para ir a la escuela, sino para ir hasta el semáforo de la avenida Juncal cruce con Orinoco en Maturín, a trabajar donde pueden observarlos todos los días con un haragán fabricado por ellos mismos y un envase de refresco con agua y jabón.
Al detenerse el semáforo los ves correr cuando la luz se pone en rojo, rápidamente le caen dos muchachos por cada carro, a muchos no les gusta que le realicen ese servicio, mientras que otros lo aceptan.
El equipo reporteril de El Periódico de Monagas, conversó con varios de ellos y aseguran ganar en un día desde 300 a 500 bolívares desde las 7:00 de la mañana hasta las 6:00 de la tarde, así mismo va dependiendo de cómo este el día, debido a que cuando llueve representa un día mal para ellos.
A diario es común ver los a estos jóvenes limpiavidrios en los semáforos de las diferentes avenidas de Maturín, la mayoría son menores de edad, algunos estudiando otros no, por diferentes circunstancias de la vida.
Uno de ellos es Marlón, quien tiene 14 años de edad, limpia vidrios en la avenida Juncal con Orinoco, quien con muy pocas palabras aseguró que la necesidad los obliga a trabajar y dejar los estudios.
Lleva siempre puesta una gorra para medio protegerse del inclemente sol, una franela y un pantalón corto, con la piel bien bastante tostada. Además con sus cholas puestas dejan ver el incansable esfuerzo por salir adelante.
Comentó que vive en el sector Brisas del Orinoco, y que dejó de estudiar desde hace un buen rato para dedicarse a trabajar, en medio de la risa dijo que “se había ido para minas en ciudad Bolívar, pero no le fue tan bien y decidió regresar”.
“Tengo que trabajar para poder comer y ayudar en mi casa no es fácil tener que dejar de lado tus sueños para tener que crecer aceleradamente y asumir responsabilidad porque tengo tres hermanitos menores”.
Su trabajo en la calle no es una opción es la realidad a la que deben apelarse para poder alimentarse, pero hay días en que casi no hacen nada, dijo Marlon. “Personas que se van sin darnos nada, otros que nos sacan hasta pistolas y nos tratan mal, nos p… hasta la madre”.
Luis, otro de los chamitos que se encontraba en el grupo de Marlón, fue un poco más penoso en realidad ninguno quería hablar ni que tomaran fotos, pensaban que podía ser para algo malo, el hecho de estar en la calle los hace personas inseguras y de poca confianza.
Pero con el pasar de los minutos Luis tomo la decisión de hablar y comentó que en este trabajo deben aguantar desprecios “No todas las personas son amables, muchos piensan que somos unos delincuentes por nuestro aspecto, pero en realidad somos gente humilde que quiere salir adelante en un país de pocas posibilidades”.
Aunque la vida sea ruda para estos niños y jóvenes en la calle, Marlon y Luis cuentan que todo no es malo, muchos de los conductores son buenos con ellos.
“Claro, hay gente que es buena, y te dicen que Dios me lo bendiga, O, cuídese mucho por ahí”.
Los jóvenes expresaron que se sienten muy bien cuando los tratan bien y los bendicen “nadie sabe la necesidad del otro pero aún existen buenos seres humanos”, aseguró Luis.
Asimismo, Carlos nombre que se utiliza para resguardar su identidad, es un niño de 13 años, confesó que realizar este trabajo no es fácil pero es lo que puede hacer a su edad.
Este niño aun anhela estudiar pero siente que solo es un sueño porque debe ayudar a su familia.
Al preguntarles donde comían si pasaban todo el día en los semáforos respondieron “aquí cualquier cosa resolvemos, entre todos reunimos y compramos pan y refresco o hay quienes nos regalan comida”.
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