Más que distinta Maturín es esencia e identidad

La capital del estado Monagas tiene rasgos definitorios muy particulares. Sin separarse del país y, por el contrario, integrándose a él, se convierte en una referencia de su identidad, no solo por su riqueza en hidrocarburos y por ser una tierra apta para el desarrollo agroindustrial, sino por su gente maravillosa que trabaja y construye el futuro con sus manos.

Maturín no es distinta porque no se diferencia del resto de Venezuela, en su particularidad y diversidad se integra al país y lo fortalece, como una pieza relevante de la estructura corpórea de la nación, como un espacio fundamental.

Lo distinto te aleja, entroniza, te hace diferente, mientras que Maturín es una ciudad que se integra, se conjuga, se hace parte y suma al desarrollo.

Maturín es un verbo vivo que se conjuga con la realidad y se modifica para escribir el crecimiento. No es un espacio inerte, disímil, alejado; es esencia e identidad que se parece a Venezuela porque es Venezuela.

Este es un municipio en constante evolución gracias a las riquezas minerales en su suelo. Con sus vastos recursos en hidrocarburos procesa 80% del gas en Venezuela, cifra altamente significativa más aun cuando el país busca certificar como la cuarta reserva mundial de gas.

En la capital monaguense nace el llano venezolano y por ello la actividad agroindustrial tiene una fortaleza sin igual. La tierra fértil ofrece su savia para la producción.

Su gente siempre alegre y combativa estimula el desarrollo y lo trabaja a mano y con inteligencia junto a sus coterráneos al entender que la construcción es de todos y para todos, dentro y fuera del municipio.

Maturín vive bañada por los ríos Guarapiche y Amana en un enclave que le provee el agua suficiente para hacerla verde, natural, frondosa.

Maturín no es distinta, sus atardeceres recuerdan a los crepúsculos barquisimetanos y a la legendaria puesta del sol en Juan Griego, icónica población neospartana que vio nacer al galerón, género musical también interpretado en las tierras de Monagas.

Hablar de una Maturín distinta es negarle esa esencia feliz de la venezolanidad, la heroicidad de sus indígenas contra los colonizadores y la valentía de sus mujeres encarnadas en Juana Ramírez La Avanzadora.

Maturín es una realidad palpable, una ciudad que crece en sus mismos espacios porque entiende que el desarrollo no son estructuras y calles, sino seres humanos con sueños e ideas.

Por eso en los años recientes se humanizan los espacios para sus habitantes, para su esparcimiento, recreación, oportunidades, estímulos y crecimiento. Es una ciudad que prioriza al sujeto y lo antepone a los lugares, con planes y hechos para brindarle bienestar.

Maturín suma al país desde su interrelación con la nación y no resta desde la diferencia de lo distinto.

Al decir que Maturín es el corazón de oriente no se construye una mera referencia a su interconectividad con otros lugares de la República, o se refiere a las potencialidades económicas que posee y con las que aporta al desarrollo nacional, corazón de oriente está conectado al latir de su gente afable que con pasión ríe y trabaja, estudia y crece, sueña y realiza.

Más que distinta Maturín es esencia e identidad. La pasión de su gente y el fruto abundante de su tierra hacen brotar de ella la vida, en paralelismo con los indígenas de la región que categorizan al morichal como el árbol de la vida.

Leonardo Zurita, Comunicador Social UCV, Periodista por vocación y oficio.

Vía/ El Universal