JR Amundaray
(Especial para El Periódico de Monagas)
En la víspera de su tercer y último combate de los Juegos Deportivos Nacionales de 1982, en el cual estaba en disputa el titulo de la magna cita deportiva criolla; José Limpio cumplía sus 16 años de edad.
No había cabida para celebración alguna, dado que toda su atención, y la de toda una ciudad, se centraba en esa jornada decisiva del día 7 de junio; en la arena del recordado estadio 23 de Enero, sede de las competencias de boxeo durante los referidos juegos.
El monaguense (nacido en el pueblo de Cocollar), había ganado sus dos primeros desafíos, obteniendo el derecho a disputar la final ante el mirandino Ramón Gil, ranqueado número uno del país en ese entonces y por ende integrante de la selección nacional de Venezuela.
Como deporte de espectáculo que es, el boxeo fue una de las disciplinas que contó con mayor respaldo de público durante el evento nacional del año 1982. De allí que en la jornada final las gradas del 23 de Enero se mostraron “hasta las metras”, como bien reza la expresión popular. No cabía un alma en el recinto.
En el primero de los tres rounds pautados para la pelea, el mirandino Gil hizo gala de su nivel y mando a José Límpio a la lona, ameritando este el conteo de protección. El público, como suele suceder en estos casos, enmudeció, pero el nuestro supero el conteo y pudo concluir ese primer asalto, a sabiendas de que lo bueno estaba por venir.
Al sonar la campana para el segundo round, ante una algarabía ensordecedora, José Limpio salió como una tromba, convencido de que era su momento y ante su gente. La arremetida fue tal, que luego de dos caídas del miradino, el réferi tuvo que suspender el combate (nocaut técnico), convirtiendo al viejo coso del 23 de Enero en centro de memorable festejo, lo cual recordamos “como si fue ayer”.
Como era de esperarse, de allí vino el llamado a la Selección nacional iniciando una larga trayectoria por torneos suramericanos y panamericanos, además de incursionar años más tarde en el boxeo profesional, haciendo carrera en Italia y los Estados Unidos. Una desviación del tabique nasal en uno de estos combates profesionales, le impido seguir en carrera.
Con su grito de guerra característico, coincidimos con José Limpio en predios del Mercado Viejo, concretamente en el cyber café del mismo nombre, del afable Pedro Romero; ocasión que aprovechamos para rememorar sus inicios por el boxeo.
“Estudiaba sexto grado en la escuela Milá de La Roca y en una ocasión el profesor de deportes, Aquiles Mudarra, nos envió al gimnasio cubierto del hoy complejo polideportivo, para unas practicas de baloncesto, pero al llegar al sitio observamos un ring de boxeo instalado en la parte posterior de la cancha y los muchachos no dudamos en subir al mismo para improvisar algunos combates. Al poco llego el vigilante y después de un buen regaño, nos dijo que era en los “galpones del 23 de Enero”, donde se daban practicas de boxeo.”
Eso bastó y sobro para que Limpio se fuese religiosamente al sitio indicado, donde se topo con la biblia del pugilismo monaguense, Don Pedro Cova Garrido. Lo demás es historia conocida. (JR)
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