En la semblanza y reconstrucción de lo que ha sido el baloncesto venezolano ha habido muchos equipos emblemáticos, en lo que a plantilla por temporada respecta, y que los verdaderos fanáticos difícilmente puedan olvidar. Uno de ellos es el Marinos de Oriente, campeón de 1991.
Entre aquella escuadra que le regaló a la afición anzoatiguense el primer título de su historia, habitaban grandes nombres, como los de Gabriel Estaba, Omar Walcott, Luis Sosa y los recordados importados Charles Bradley, Anthony Mason y Harold Keeling. Aunque allí también emergía la figura de un novato que hizo mucho ruido para entonces, como lo fue José “Cheito” Ramos.
“Yo era el más joven de aquella generación. De a poco me gané la confianza del coach Marv Keesler. Estuve compitiendo por el premio Novato del Año con jugadores como Eduardo Crespo, Miguel Ángel Yépez, Wladimir Heredia, Alexander “Coco” Tovar y a mí eso me marcó muchísimo, aunque lo importante no fue llegar, sino mantenerme”, rememoró Ramos, que aún forma parte activa del circuito rentado, ahora en la faceta de entrenador asistente del equipo Piratas de La Guaira.
Para “El Fantasma de Irapa” aquel equipo que se alzó con el título y que en su momento le hizo frente al poderío de otros clubes de renombre como Trotamundos de Carabobo y batió en la final a los difíciles Guaiqueríes de Margarita, es uno de los mejores en los anales de la liga.
“Sin menospreciar a los demás equipos, porque en Venezuela hay muchos equipos buenísimos. Para mí el Marinos del 91 fue un equipo que enseñó el basket real a nivel nacional. En el que había muchas estrellas. Tuvimos 19 juegos ganados en fila. Fue un equipo que marcó pauta”, indicó el sucrense.
Ramos nunca gozó de la popularidad de la que si disfrutaban varios de sus colegas contemporáneos; sin embargo, de manera inadvertida fue labrando una trayectoria tan loable como suficiente para mantenerse por un largo trecho como jugador activo hasta el ocaso con el uniforme de Gigantes de Guayana, organización de la que se le puede considerar como fundador.
“Estuve como 6-7 temporadas con ellos. Fui allí a tratar de transmitir toda esta experiencia que adquirí durante todos estos años. Al principio fue duro, como todo. Pero a medida que avanzaron los años, empezaron a llegar piezas importantes. Llegó Carl Herrera (como entrenador) y le dio una identidad a este equipo, empezamos a recibir respeto, empieza a llenarse el aforo de Guayana y así Gigantes se estableció en la liga”, recapituló el afamado dorsal “15” del Acorazado Oriental.
Tan profunda fue la huella que dejó el popular “Cheito” en su paso tanto por el Acorazado Oriental como por los Colosos del Sur, que ambas organizaciones optaron por retirar su camiseta y convertirlo así en apenas el segundo jugador en recibir tal honor por dos escuadras distintas, uniéndose así a su ex compañero Luis Sosa.
“Agradecido con Marinos que después de haber pasado por varios templos ahorita me tiene allá en el Roque Morales (Rutaca Sports Arena) de Maturín. Y también le agradezco a la gente de Gigantes. Estuve mis últimos años allí, no di muchos motivos, al menos no en los números, deportivamente hablando, aunque si en otras cosas”, resaltó Ramos.
“¿Qué más puedo pedirle al baloncesto? Salud para que todos esos conocimientos que adquirí en mi carrera los pueda transmitir a los más jóvenes”, cerró “Cheito”
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