Bajo condiciones inéditas, mayormente marcadas por la pandemia del coronavirus, este viernes 23 de julio fueron inaugurados los Juegos Olímpicos Tokio 2020 tras un año de espera.
Entre las características singulares de esta nueva edición del encuentro olímpico universal destacan las estrictas medidas de bioseguridad, que incluyen, entre otras, “camas antisexo” para prevenir contagios, reducción de los equipos técnicos y acompañantes en las delegaciones e inasistencia de público a las competencias, sustituyéndolo por muñecos y robots programados para estimular a los atletas con diversas acciones y sonidos.
De igual manera fueron establecidas normas para limitar al mínimo la emisión de gases de efecto invernadero y, como un importante logro social, la paridad de género casi perfecta entre atletas hombres y mujeres (51,2% a 48,8%).
El espectáculo inaugural estuvo marcado por un limitado pero sorprendente despliegue tecnológico y manifestaciones artístico-culturales del país anfitrión.
En tal sentido vale destacar la ya obligada utilización de drones en este tipo de eventos para crear imágenes casi mágicas en el cielo, como una versión en tres dimensiones del planeta.
En el aspecto cultural, nuevamente impresionó la disciplina y alta calidad artística de los nipones en arte dramático, música y coreografías.
Sin embargo, también destacó la presencia, a las afueras del estadio, de grupos de manifestantes que aún se oponen a la realización de los juegos en su país debido a la escalada en los números de contagios por Covid-19.
Uno de los secretos más bien guardados de esta edición de los Juegos Olímpicos fue el pebetero donde se mantendrá encendida la llama olímpica durante todo el torneo multideportivo.
Sumado a la espera de un año estaba el hecho de que el Estado Olímpico de Tokio no tiene esta estructura. Finalmente fue mostrado nuevamente el ingenio japonés, expresado en una esfera mecánica instalada sobre una base de aspecto futurista. La esfera se abrió lentamente para permitir que la tenista Naomi Osaka, cuatro veces campeona de Gran Slam, transfiriera la llama de la antorcha al pebetero.
Antes que ella, distintos atletas del mundo transportaron la antorcha olímpica por más de 8 mil kilómetros. Sin embargo, al llegar al estadio este honor fue concedido a varios grupos de no atletas, como enfermeras de diferentes países, personal de sectores indispensables de Japón y miembros de organismos de seguridad y rescate del país anfitrión.
Como parte del protocolo de la inauguración fue cumplido un minuto de silencio en memoria de las más de 4 millones de personas que han fallecido por la pandemia de SARS-Cov-2 en todo el planeta.
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