
Han pasado más de seis años desde que la estatua del precursor de la independencia de Venezuela, Francisco de Miranda, fue «desaparecida» de la plaza que le hace (o le hacía honor), la cual se encuentra en las inmediaciones del Museo Mateo Manaure en la ciudad de Maturín.
Lo que pudiera ser un centro lleno de arte y cultura, por contar también con la escuela de artes plásticas del estado y el complejo cultural, se encuentra incompleto.
En el pedestal donde reposaba la labrada escultura en bronce, solo quedaron parte de las botas del ilustre venezolano y desde hace un tiempo luce especies de firmas que fueron grabadas con aerosol.
Nadie sabe lo que pasó, nadie vio, mucho menos se conoce como desapareció la imagen, que más allá del valor económico por el material en el que estaba fabricado, es el sentimiento patrio que debe existir en los venezolanos y que lamentablemente, a muchos, pareciera darle por igual.

Según transeuntes de la zona y por las condiciones en las que quedaron los bonites de Miranda, se presume que la estatua fue cortada con segueta, de allí en adelante más nadie supo del paradero del Precursor.
Quienes hacen vida comercial por la referida zona de Maturín, ven con estupor como la imagen del artífice de la bandera venezolana aún no ha sido repuesta o sustituida por otra. A modo de jocosidad dicen “se fue del país como muchos, pero dejó los zapatos”.
Vale la pena recordar que el gobernador del estado Monagas, Ernesto Luna, dio a conocer, al momento de la inaguración de las remodelaciones de la explanada de la concha acústia, que ese espacio llevaría el nombre de Generalisimo Francisco de Miranda y que allí se colocaría una estatua en su honor.
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