28Mar2024

Los enfrentamientos en esa complicada zona de Caracas generan graves secuelas emocionales que deben ser atendidas desde lo micro, en la familia, hasta lo macro para proteger a la sociedad.

Por: Ernestina Herrera  |   13 Jul, 2021 - 4:28 pm

Para la psicóloga clínica Yorelis Acosta, cuando se analiza el tema de la violencia en Venezuela, y en especial en la ciudad de Caracas, “pareciera que las indicaciones de los libros se quedan cortas”.

Así se refiere al hablar de los enfrentamientos en la Cota 905 entre bandas delictivas y la policía, que se extendieron por buena parte del suroeste de la capital con un saldo importante de muertos y heridos, los cuales, sin duda, van a causar serios desórdenes de estrés postraumático entre los habitantes de las zonas afectadas.

El sonido de las ráfagas genera alteraciones. Ese miedo cambia tu manera de vivir y lo estamos viendo como un elemento de la ciudad, de la barbarie, de la imposición de lo irracional, de la brutalidad y del desorden donde no existe la autoridad, un Estado con instituciones fuertes que protejan a los ciudadanos”, asevera Acosta.

Considera que tras los enfrentamientos en la Cota 905 las acciones que se deben tomar desde el punto de vista emocional deben comenzar en las familias hasta abarcar toda la sociedad.

«Trabajar con grupos, dar recomendaciones de manera diferenciada ¿Qué pasa con los niños y los jóvenes pequeños que están expuestos de manera repetida a la violencia comunitaria? ¿Cómo le explicamos a los niños que tener relaciones positivas y confiar es importante? Entonces las acciones van a ir desde lo más micro, desde esa familia que sufre donde hay niños que han sido víctimas, que han sido expuesto a la violencia, hasta acciones macro para proteger a la sociedad, para que las comunidades comiencen a reaccionar y a decir bueno ¡esto no es normal!«, añade.

Acosta es Investigadora Jefe del Área Sociopolítica del Cendes UCV

Considera que los ciudadanos deben entender que tienen derecho a una mejor calidad de vida; pese a lo cual aclara que  en la actualidad, lamentablemente en muchas zonas de la capital se ha naturalizado la violencia.

En este sentido propone que las academias y los expertos, de forma concertada, ofrezcan propuestas que permitan fortalecer las instituciones. “No tendremos un efecto inmediato, pero tenemos que empezar pronto”.

Normalizar la violencia es grave

Según Acosta, desafortunadamente, en las personas que habitan las zonas donde se registran situaciones de violencia extrema el estándar de tolerancia se hace cada vez mayor.

Nuestras calles son violentas y bueno, pensamos que es así, que la vida comienza desde pequeñitos así, a cuidarte de la calle y a cuidarte del vecino, a sentir ese miedo, esa inseguridad. El cerebro llega un momento en que registra altos estímulos negativos y el estándar de tolerancia se hace cada vez mayor. La violencia en lo cotidiano se torna habitual, normal para el vivir y sólo cuando ocurren eventos mucho más intensos, entonces la mente y el cuerpo reaccionan”, advierte.

Añade que, en el caso de los niños es importante identificar las patologías que comienzan a aparecer tras la exposición a situaciones extremas.

Sentimientos como ansiedad, irritabilidad, cambios de humor, cambios en los patrones de pensamiento, tener pensamientos que validan la violencia también es patológico, alteraciones de sueño y pesadillas, incluso pensamientos reiterados de haber presenciado eventos traumáticos. Todos estos elementos, que son muy negativos y muy dolorosos, producen alteraciones en nuestra manera de sentir, de pensar, de estar tranquilos y de vivir”, subraya Acosta.

Sin datos

Acosta agrega que muchos países han estudiado el tema de la violencia producto de los enfrentamientos con el hampa, con números muy claros no solamente en lo psicológico, sino también en lo económico (las pérdidas que se generan).

«En Venezuela es muy difícil acceder a este tipo de información. Lo que sí sabemos es que los estudios de otros países pueden servir de referencia para tomar medidas«, explica.

Añade que según estudios de otros países, la exposición a la violencia genera graves problemas de salud mental entre los niños y adolescentes.  Depresión, ansiedad y trastorno de estrés postraumático se encuentran con mucha frecuencia.

«Muchos niños tienen más de un síntoma o más de un trastorno y eso también se ha correlacionado con problemas en el futuro. Así que hay muchísimo por hacer«, alerta.

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