Las últimas semanas han sido de angustia para la familia Coa González en La Toscana, municipio Piar de Monagas, luego que el pasado 22 de abril zozobrara en Delta Amacuro una balsa con un grupo de personas que viajarían a Trinidad; entre ellos cuatro monaguenses, dos son primos, uno fue rescatado horas después y otro sigue desaparecido.
Miguel Coa González y su primo Leonardo Marín iban en el bote que zarpó desde La Barra, en Tucupita, para digerirse hacía la isla caribeña.
El joven decidió viajar a última hora, luego que otro de sus primos se negara a hacerlo por ser “tanta agua para él”, Miguel aprovechó la oportunidad que esperaba de migrar y sacar adelante a sus dos hijos, esposa, mamá y demás familiares.
En suelo trinitario lo esperaría su hermano, con quien viviría y trabajaría para enviar dinero a Venezuela y así cubrir la necesidad de su núcleo familiar, pero una ola volteó la embarcación.
“Miguel, Miguel, Miguel”, gritaba Leonardo en medio de la oscuridad a su primo, “aquí estoy” respondió el muchacho abrazado por la inmensidad del mar.
Leonardo solo logró escucharlo, no podía distinguir en qué dirección se encontraba pero tenía la certeza que flotaba en el agua.
Creía que al salir el sol todo estaría bien y se reencontrarían, pero cuando comenzó amanecer Leonardo estaba solo, Miguel había desaparecido.
Milagros González, madre de Miguel y tía materna del sobreviviente, cuenta que no tuvo chance de insistirle a su hijo para que no se fuera, “tenía un mal presentimiento. Le dije –hijo no te vayas- pero él me contestó que lo haría por sus hijos”.
“Cuando me dio la noticia era porque el día siguiente salía a Tucupita; se acostó y cuando se levantó le repetí que no se fuera”, relata la mujer muy indignada de no saber nada de su hijo.
“Mi corazón de madre dice que está vivo y mientras no aparezca ningún cuerpo o me digan éste es tu hijo me aferro a la fe de que esté con vida”, repite Milagros llena de esperanzas.
Conciliar el sueño ha sido difícil para esta madre, peor aun cuando llegan las semanas radicales y es imposible movilizarse a Tucupita para acompañar a las otras familias en las búsquedas que han emprendido de manera independiente al no contar con el apoyo de las autoridades de esa entidad.
“Le pedimos apoyo a la Gobernadora Lizeta para hacer la búsqueda con un helicóptero y su respuesta fue que no tenía recursos para esto”, relató.
Explicó Milagros que el rastreo en botes se ha complicado por la falta de logísticas, como la gasolina, puesto que no les alcanza para llegar a sitios más remotos o donde presumen se registró el naufragio.
Este jueves una tercer búsqueda se emprendió. Han contando con el apoyo de vecinos, empresarios y demás, pero no ha sido suficiente.
González solicitada ayuda a las autoridades de Monagas a sumarse a la búsqueda no solo de Miguel sino también del resto de las personas desaparecidas.
La mujer recuerda que la última persona en tener contacto con Miguel fue su esposa, “él no se llevó teléfono y se comunicaba de diferentes números».
Cuando supo de dos cadáveres sin identificación logró conseguir un efectivo para ir al Delta, “vi las fotos de los cuerpos porque ya los habían enterrado, uno tenía una cicatriz en la frente y sus características no eran las de mi hijo”.
“Él decide irse porque el autolavado donde trabajaba cerró, se deprimió mucho y andaba siempre desanimado por la situación que vivimos. Como cualquier muchacho se fue por un mejor porvenir”.
González aseguró dejar todo en manos de Dios, confía ciegamente en que su hijo aparezca sano y salvo como los cinco hombres que flotaron 19 horas apoyados de un balde plástico.
En esta tragedia dos mujeres de Maturín fallecieron ahogadas, sus cuerpos fueron localizados días después en estado de descomposición.