Poco se sabe de quién era Faride, lo que si es cierto, es que era profesora de inglés y a pesar de estar inmersa en sus recuerdos hablaba el llamado “idioma universal” de manera fluida; otros alegan que ejerció como docente de la cátedra de matemáticas.
Sus lugares para estar en medio de su “locura” era entre la venida Juncal y el boulevard de la calle Arriojas, espacio donde cariñosamente le llamaban la gobernadora, debido a que alegaba que allí, ella era la que mandaba.
Uno de los puntos donde se le podía encontrar casi que de forma segura era en la acera de la Contraloría del Estado Monagas, allí dormía y descasaba sobre retazos de telas, cartón y plástico.
Quienes la conocieron destacan que se trataba de una mujer muy elegante, con clase y que le gustaba bailar; de tez morena, corpulenta, con voz fuerte, cantaba muy bien y tenía entre 50 y 60 años, los pies siempre estaban hinchados y pocas veces se le llegó a ver desnuda.
“María Sol” nombre que ella misma se colocó, quizás como un escudo o para olvidarse de su propia realidad, era una mujer agradecida a pesar de su carácter explosivo con todos, su mirada perdida en recuerdos pero con los pies firmes en la tierra, reflejaban el deseo de una ayuda para salir de esa situación.
La pregunta recurrente que muchos hoy se hacen es ¿y no tenia familia? Hay quienes alegan que su mamá murió durante pandemia, lo que agravó aún más su consumición, no tuvo hijos, razón por la cual, probablemente, estaba sola.
Son cientos de personas que en Maturín se quedan con alguna anécdota vivida con esta mujer, bien sea por recibir educación de su parte o por algún susto que les haya dado, hoy por hoy será recordada como uno de los tantos personaje que en medio de su «locura» han marcado la vida de quienes habitan la capital monaguense.
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