El documento de la Conferencia Episcopal Venezolana con las conferencias de los cardenales Baltazar Porras y Jorge Urosa, el nuncio apostólico Aldo Giordano, monseñor Diego Padrón, monseñor Trino Fernández y más de 40 obispos de Venezuela recoge perfectamente lo que pasa en el acontecer politico nacionalel pasado 7 de enero de 2021.
A partir de este 2021, los venezolanos tenemos el reto y la obligación de derrotar de manera urgente siete mega crisis simultáneas: la política, la económica, la de servicios públicos, la social, la emocional (quizás la peor de todas), la ética, y ahora la de la pandemia. Este cuadro nos convierte en uno de los países más vulnerables de la Tierra.
El reto consiste en enfrentar con éxito las graves consecuencias de la pandemia, tanto sanitarias como económicas, lidiando a la vez con otras seis mega crisis. Sin duda, es un reto de gigantescas proporciones. Para ello se requiere de muchas competencias, mucha sabiduría, mucho coraje, y mucha unidad nacional.
Afectación tanto a chavistas como opositores
Tanto la corrupción como los partidos políticos disfuncionales, la descomposición del Estado y sus instituciones son fenómenos que afectan por igual a chavistas y opositores, y tienen paralizado al país. Seguimos anclados en la misma crisis desde hace más de 30 años.
Definitivamente, nuestra crisis es estructural. Corresponden a un cambio de eras históricas que está impactando a toda la humanidad. La era industrial dio paso en menos de 50 años a dos nuevas eras: la era del conocimiento y la era de la información y la cibernética. Ya estamos en el post capitalismo, están surgiendo nuevos paradigmas respecto al poder, pero la mayoría de los políticos en el mundo aún no se han enterado de este fenómeno.
Los tradicionales políticos de oficio están siendo desplazados hoy día por militares, empresarios, productores de coca, sindicalistas, sacerdotes, cómicos, cantantes, en fin, por políticos improvisados que generalmente fracasan en su pasantía por el poder.
Pero estos son los nuevos actores que están irrumpiendo en el escenario político, y prestos a llenar el vacío dejado por dirigentes decadentes que no asimilan que el poder ahora tiene un nuevo rostro y nuevos actores. La pandemia, sin duda, agudizará este fenómeno. La crisis generada por el covid-19 provocará una mayor rotación de los actores. Seguiremos viendo escenarios impensables hace 10 años.
Aún no ha surgido el nuevo orden mundial. Por tanto, estamos frente a un inmenso desorden mundial, especialmente en el campo político. Y lo peor es que este desorden está impactando a Venezuela desde hace más de tres décadas sin que haya un liderazgo político cohesionado, con ideas bien definidas, que sea capaz de responder asertivamente a la crisis y al caos.
Consulta popular
Nuestros políticos aún no terminan de asumir (por convicción, y no como recurso para adornar discursos) seis paradigmas políticos de la nueva sociedad: democracia, ciudadanía activa, comunidades activas, educación, gobernanza, y economía libre. De haberlo hecho, habrían comprendido perfectamente cuál es su verdadero rol en este momento y cuáles son las mejores estrategias.
La definición de las estrategias opositoras ha estado supeditada (salvo escasas excepciones) a lo que convenga a los intereses particulares de los actores. Obvio, la capacidad de ponerse de acuerdo siempre termina en guerras a cuchillo (abiertas o soterradas), o en la aceptación de un juego ganar-perder, donde algunos deciden (apelando a razones incomprensibles) plegarse a las decisiones de otros (la unidad ha sido la excusa), aún cuando estén convencidos de su inutilidad y fracaso. Este fenómeno también ocurre en el chavismo.
Lo más lamentable es que estos dos viejos y fracasados paradigmas siguen siendo la mejor carta de presentación que aún ofrecen muchos de nuestros dirigentes en la calle. Y yendo más allá, ya casi no quedan partidos políticos consistentes en el país sino plataformas políticas transitorias cuyas misión y destino están asociados sustancialmente a la aspiración presidencial de sus más importantes líderes.
Crisis
En la mayoría de los actuales partidos políticos venezolanos están ausentes los principios que le dan sentido a cualquiera organización política sólida y perdurable. Así vemos que los propósitos colectivos están supeditados a los propósitos individuales. Asimismo, observamos que el sentido de trascendencia histórica ha dado paso a objetivos de corto alcance y amarrados al destino personal del actor principal. Los partidos de la “sociedad red” aún no han aparecido en Venezuela.
No haber asimilado estos fenómenos de nuestro contexto país (además de la errónea caracterización del chavismo) ha hecho la diferencia entre el fracaso y la victoria de la oposición venezolana durante 20 años.
El hastío de los electores con sus políticos tradicionales fue lo que permitió la victoria de Hugo Chávez en 1998. Y hoy 88% de los venezolanos dice no confiar en los actuales políticos de oficio, ni en chavistas ni en opositores. Volvemos así al mismo vacío de liderazgo de la pasada década de los noventa.
Con esta inocultable crisis de liderazgo es que nos toca enfrentar las siete mega crisis mencionadas anteriormente. Como podemos ver, no es nada halagüeño el panorama. Pero no queda más que enfrentarlo con los recursos que tenemos a mano, tratando de rescatar la esperanza perdida. Lo contrario sería renunciar a Venezuela, y eso jamás debe ocurrir.