28Mar2024

La huida de Maduro

Por: César Pérez Vivas  |   9 Feb, 2022 - 9:38 am

El viernes 4 de febrero se cumplieron 30 años de la fatídica tentativa de golpe de Estado ejecutado por la logia militar comunista que lideró Hugo Chávez. En el acto de apología al golpismo de esa fecha, Nicolás Maduro volvió a mostrar su terror a la soberanía popular, al expresar su disposición a confiscar el derecho de nuestros ciudadanos de decidir el destino de la nación. En efecto el ocupante de Miraflores expresó: “Ya no tenemos elecciones de aquí a 2025, más o menos. ¿2026? La próxima elección. ¿2025, 26? No sé qué dirá la ley electoral. Por lo menos en 2022 y 2023 no hay elecciones. Después veremos cuándo se hacen…”

Esas palabras de Maduro, pronunciadas, precisamente, días después de haber ordenado a sus funcionarios electorales impedir el referéndum revocatorio, solicitado por un grupo de compatriotas integrados en Movimiento Venezolano por el Referéndum Revocatorio, revisten una gravedad que sorprendentemente ha pasado inadvertida por buena parte de la opinión pública nacional e internacional.

En efecto, Maduro está resuelto a no permitir elecciones libres y democráticas que pongan en juego su permanencia en el poder. Por eso se cargó el derecho consagrado en el artículo 72 de la Constitución. De forma abrupta, violando reglas fundamentales y la más elemental lógica, está impidiendo a los ciudadanos venezolanos expresar su voluntad para convocar el referéndum que debe evaluar su gestión como gobernante.

Ahora vuelve a asomar una idea que está rondando en su enfermo pensamiento: no hacer las elecciones presidenciales al término del actual periodo de seis años.

No fue este 4 de febrero la primera vez que mostró su aviesa intención. Ya en ocasión anterior dejó traslucir la idea de no celebrar la elección presidencial del año 2024. El actual periodo constitucional de gobierno nacional finalizará el 10 de enero de 2025, y por consiguiente,  debe elegirse a quien deba gobernar el país a partir de esa fecha.

La sociedad democrática venezolana no puede sentarse a esperar que pase el tiempo, tampoco puede declararse en receso político. Debemos profundizar nuestra lucha para exigir el rescate democrático y el respeto a los derechos humanos desconocidos y violentados de forma permanente por la camarilla roja.

Maduro huye de la ciudadanía. Le huye al voto de los venezolanos. Por eso abortó en el CNE nuestra petición de realizar el referéndum revocatorio. Aunque la señora Tania D’Amelio expresó que no procedía en el presente periodo constitucional una nueva solicitud de tramitación del mismo, lo cierto es que, en estricto derecho, el revocatorio a Maduro no se ha extinguido.

Sigue vigente, primero, porque estamos en los tiempos de tramitar los recursos judiciales que el ordenamiento jurídico interno establece para impugnar los actos de los poderes públicos contrarios a derecho; y en segundo lugar, porque no habiéndose celebrado el evento refrendario no se puede concluir, como erróneamente los sostuvo la señora D’Amelio, que ya no es procedente la tramitación del mismo.

No se necesita ser un aquilatado jurista para comprender la barbaridad y el atropello de la mayoría oficialista en el CNE contra ese derecho humano, tan importante, como lo es el de revocar el mandato de un funcionario elegido. De modo que ese acto arbitrario no está definitivamente firme y por consiguiente existe la posibilidad jurídica y política de reponer la tramitación a su estado original.

A la par que nosotros, los promotores del referéndum, ejercemos los recursos legales pertinentes, está por ver si el resto de los factores políticos de la sociedad democrática están dispuestos a defender, en el terreno político y legal, el mismo.

El hecho de que Maduro huya de la consulta y se aferre al poder, no puede ser excusa para que la oposición deseche su defensa, y se enfoque a esperar unas elecciones, que ya el ilegitimo ocupante del palacio acaricia no celebrar en la fecha que corresponde.

Los amigos participantes en la mesa de negociación de México no pueden soslayar esta realidad. Es su deber ético y político defender ese derecho de los ciudadanos para  resolver la tragedia en la cual estamos sumidos.

2024 llegará, y veremos entonces cuál es el escenario que nos encontraremos.  Eso no puede significar una renuncia a la lucha por ahorrarle a la nación tres años más de desgobierno de la camarilla depredadora instalada en el poder.

La huida de Maduro para no someterse a la voluntad popular debe ser detenida por la sociedad democrática con determinación, firmeza y lealtad. Ahora es que debemos profundizar la lucha.

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